Aunque el país está pendiente de cómo evolucionará la economía tras el acuerdo por la deuda externa y la parálisis por la pandemia, y aunque parezca que el gobierno de Alberto Fernández recién empieza, faltan doce meses para las PASO y la dirigencia política ya empezó a analizar escenarios y, por su supuesto, a imaginar listas de candidatos.
El resultado de las elecciones de medio término define, en esencia, si el Congreso será favorable o perjudicial para un gobierno. Es decir, si la Casa Rosada podrá sacar las leyes con más o con menos problemas. En el Congreso, es muy favorable para el gobierno de Alberto Fernández la actual composición del Senado.
En esta cámara el Frente de Todos (FDT) tiene una mayoría de 41 sobre 72 senadores, aunque no dispone de los dos tercios necesarios para, por ejemplo, nombrar jueces de la Corte Suprema de Justicia o al jefe de los fiscales federales, acuerdos que están reservados para los senadores y en los que no intervienen los diputados.
En la Cámara Baja el escenario para la gestión Fernández es más complicado, porque no solamente no dispone de los dos tercios sino que tampoco cuenta con la mayoría.
En Diputados, el FDT tiene el 46,3 por ciento de las bancas (no el 57 por ciento, como en el Senado), es decir que necesita de ayudas en la oposición hasta para poder iniciar las sesiones: tiene 119 diputados y el cuórum se consigue con 129.
¿Y la oposición?
Juntos por el Cambio (JPC), el principal espacio de la oposición, tiene en Diputados el 45,1 por ciento de las bancas, de modo que el oficialismo logra el cuórum gracias a otros opositores.
Se trata de una parte del peronismo no kirchnerista, que incluye al bloque Córdoba Federal, que responde a Juan Schiaretti, y del interbloque de ocho diputados de cinco provincias que preside el mendocino José Luis Ramón. Ellos, junto con la neuquina Alma Sapag, ayudan al FDT a sancionar leyes. Son 15 diputados en total (a veces, más).
En el Senado, en cambio, JPC es más débil que en la Cámara Baja: este espacio opositor tiene el 34,7 por ciento de las bancas. De todas maneras, esos 25 sobre 72 senadores le permiten a JPC impedir que el Gobierno consiga leyes y acuerdos que requieran los dos tercios.
Por ejemplo, el pliego de Daniel Rafecas a procurador general de la Nación, una propuesta directa del Presidente de la Nación que por ahora no se ha concretado —y nada parece indicar que vaya a avanzar—.
Qué ponen en juego
El panorama electoral para el oficialismo aparece complicado en sus esperanzas de modificar el escenario del Senado.
En esta cámara, el FDT arriesga el 36 por ciento de las bancas (15 de 41), por encima del tercio y JPC pone en juego el 32 por ciento (8 de 25), y podría mejorar su posición inclusive saliendo segundo en algunos distritos.
Esto es porque en las ocho provincias que eligen senadores le basta con obtener el senador por la minoría (es decir, perder los dos por la mayoría, que logra el espacio que gana la elección) para conservar su actual composición.
Además, una de las provincias que renueva senadores es Chubut, cuyos tres representantes actuales integran el FDT (Alfredo Luenzo, Nancy González y Mario Pais) y es de esperar que JPC logre una banca por la minoría en 2021.
De las siete provincias restantes que renuevan, JPC tiene un representante por Corrientes (gobernada por el radicalismo), Tucumán, Catamarca y La Pampa, y tiene dos por Mendoza y Córdoba; y no tiene senadores por Santa Fe, donde, con salir segundo, ya podría lograr la banca que hoy no tiene.
En la Cámara Baja, en cambio, el FDT pone bastante menos bancas en juego que JPC, aunque al 80 por ciento de sus 15 aliados se les termina su mandato, de modo que debería obtener un triunfo para mantener el equilibrio y mejorar su posición.
Si quiere obtener la mayoría, el FDT debería realizar una muy buena elección, sobre todo en los distritos más grandes, la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
De todas maneras, el oficialismo pone en juego el 43 por ciento de las bancas, bastante menos que el 52 por ciento que arriesga JPC.
Y dentro de JPC son los radicales los que más bancas ponen en juego: el 57 por ciento, contra el 50 por ciento de la Coalición Cívica-ARI y el 47 por ciento del PRO. Nadie sabe, de todas maneras, qué pasará de acá a un año. Pero falta apenas un año.