Gonzalo Tanoira, presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), asegura que por la profundidad, la crisis actual debe ser tomada como plataforma para "debatir todo", desde el esquema impositivo hasta el sistema económico mismo en la Argentina, incluso analizando por qué la teoría del derrame nunca dio lo resultados promovidos por sus impulsores.
También en esta crisis, consideró, queda demostrado que el Estado no puede hacerse cargo de todo y tampoco reemplazar al sector privado. Y expresó la preocupación de las empresas por la incertidumbre que genera la cuarentena y el hecho de no saber cuándo podrá comenzar a abrirse la actividad, principalmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Señaló que si bien en el interior la apertura ya comenzó, no se observa un rebote en "V".
A pocos días del el XXIII Encuentro Anual de ACDE, que se realizará el 7 de julio de forma completamente virtual por la pandemia de Covid-19, el empresario dialogó en exclusiva con este medio y señaló que la grieta política e ideológica que divide hoy al país también actúa como un ancla para lo que será la recuperación, dado que no permite alcanzar consensos necesario sobre la dirección en la que hay que ir.
Se viene el XXIII Encuentro Anual de ACDE y quizás este sea el más particular de la historia. ¿Cómo lo viven?
Sin dudas llega en un momento muy difícil. Esta vez se suma el desafío de la virtualidad. En un principio pensamos que iba a ser muy difícil, pero después dimos cuenta que era una oportunidad porque nos permitía conseguir expositores que de otra manera hubiera sido más complicado. Y podemos distribuir el contenido a muchos usuarios que de otra manera no podrían estar. Tenemos gente que se está anotando de afuera del país.
¿La crisis local genera un mayor atractivo para escuchar a expositores?
Es tremendo lo que está pasando a nivel mundial. Y ya vimos la caída de la economía que publicó el Indec para abril (26,4%). Estamos viendo todos azorados como se derrumba nuestra economía y analizando permanentemente qué podemos hacer. No tenemos todas las respuestas hoy. Es un momento sin dudas muy dramático para la Argentina.
¿Qué evaluación hace de las medidas que ha tomado el Gobierno desde que aterrizó la pandemia en el país?
Desde el punto de vista sanitario han manejado bien la situación. La curva de contagios y de fallecidos está, al menos por ahora, bajo control. La cuarentena ha tenido un impacto positivo, respecto de otros países. Lo que por ahí no sabemos es hasta cuándo va a persistir esta cuarentena y qué es lo que tiene que pasar para que el Gobierno habilite a las empresas a abrir.
¿Hay que abrir la cuarentena?
No podemos simplificarlo a decir hay que abrir todo y echar a andar la economía porque hay que proteger a las personas también. Lo que estamos viendo en la economía, sí, nos preocupa muchísimo. Hay muchas empresas que están quebrando. Pero entendemos que es una situación muy delicada para el Gobierno también.
En la oposición política dicen que el Gobierno ayudó a las clases bajas y dejó librada al azar a la clase media. ¿Cómo lo ve?
El Gobierno ha ayudado en parte. Pero la ayuda no es sustentable en el tiempo. Es una cuestión temporaria. También, todos los trámites para acceder a los ATP son complejos, no es fácil acceder al beneficio. De ninguna manera la ayuda del Estado puede reemplazar la actividad empresarial.
¿Cómo manejan los empresarios esta incertidumbre que parece estar en punto máximo?
Mirando el largo plazo, vemos que está lejos de aparecer una vacuna. Y si tenemos que esperar que aparezca una vacuna, que llegue a la Argentina y que se distribuya, que una gran parte de la población sea inoculada, va a pasar mucho tiempo. Y no sé si la economía argentina tiene tanto tiempo para esperar a ese momento. Obviamente, nosotros estamos en invierno y el hemisferio norte en verano, y eso ha hecho que ellos puedan empezar a abrir aún sin tener la vacuna. Pero no está claro si esta cuarentena va a terminar el 17 de julio, porque no vemos nada que vaya a pasar distinto a lo que está ocurriendo ahora. Por qué vamos a pensar que a partir de 17 de julio se va a empezar a relajar todo.
¿Qué rol juegan los individuos en esta crisis?
Siendo constructivo, creo que la sociedad debería dar más muestras de concientización y de que si se fuera a liberar la cuarentena, todo el mundo va a tener una actitud muy muy precavida respecto de los protocolos sanitarios que hay que tener en cuenta de ahora en más. Hay que fomentar ese tipo de actitudes. Así como el Gobierno hizo una campaña muy fuerte con el “Quedate en casa”, creo que se puede también hacer una campaña muy fuerte para que la gente salga a trabajar extremando los cuidados. Tenemos que enfocarnos en las actitudes individuales que hacen a lo colectivo.
¿Se puede pensar en un rebote de la economía en "V" o estima que habrá una recuperación más amesetada?
Es muy difícil ahora ver un rebote en V. Estamos en medio del proceso. En el Área Metropolitana de Buenos Aires es más complicado, por la nueva estricta cuarentena. En el interior se va viendo una recomposición de la actividad, pero no creo que sea en “V”. Una empresa que cierra sus puertas, el día que pueda volver a abrir tiene que volver a conseguir capital de trabajo, gente capacitada, planes de operaciones. Recomponer una empresa es un proceso muy difícil. Ya lo era antes de la pandemia y será más difícil en el futuro.
¿Juega ahí un protagonismo lo inestable que era el país ya antes de la pandemia?
Es complicado captar inversores porque el país tiene reglas de juego cambiantes. Y no estamos hablando de las grandes corporaciones, sino del alma de la Argentina que son las pymes. La reactivación va a demandar de mucho tiempo y esfuerzo. No veo que la gente se vaya a lanzar a consumir, si incluso ha perdido el trabajo.
¿Cuáles son las reformas que considera como más necesarias para propiciar una recuperación más dinámica y robusta?
Tenemos que empezar a no pensar sólo en el sector empresario. Así como le pedimos al sector político y al sindical que piense en el sector empresario, nosotros tenemos que empezar a pensar en los demás sectores también. No voy a dar la clásica respuesta de que como empresarios necesitamos reglas más claras para invertir y que nos bajen los impuestos. Eso lo venimos diciendo desde hace años y no es nuevo, por más que sea verdad.
¿Cómo es ese debate entonces?
El debate aquí se tiene que dar sabiendo que empezamos con un pizarrón en blanco. Y que tenemos que armar un sistema para refundar la actividad económica. Si bien tenemos que poner la carga impositiva sobre la mesa de discusión, también tenemos que discutir la retribución del capital versus la retribución del trabajo.
¿Sería un rediseño completo de la economía?
Tenemos que ver por qué la teoría del derrame no termina de ocurrir, es decir, por qué no termina de derramar, por qué la desigualdad sigue siendo un problema. Si nosotros queremos plantear los temas que nos conviene a nosotros como empresarios, también nos tenemos que sentar a hablar de aquellos que son más difíciles para nosotros. Porque a uno le resulta muy fácil decir bueno, el mundo tiene que mirar la realidad con mi óptica, pero nosotros también tenemos que ver la realidad con la óptica de los demás porque sino es un diálogo de sordos.
¿Y esta crisis propicia la oportunidad?
Hoy la Argentina tiene el pizarrón en blanco para diseñar cómo es la mejor manera de reconstruir su sector privado. Y está todo por verse: desde los impuestos a las cargas sociales, los dividendos a los accionistas, la tasa de reinversión de ganancias. Está todo hacerse de vuelta. Todo se puede volver para atrás. Y se puede pensar un sistema que genere un círculo virtuoso. En la Argentina estamos hace mucho tiempo en un círculo vicioso que hace que cada vez haya menos empleo privado y un Estado más grande y dificultoso de financiar. Si vamos a rediseñar el sistema, pongamos todas las variables sobre la mesa.
Políticamente, la Argentina está partida en dos. ¿Esa grieta actúa como un ancla para la recuperación económica o es más simbólica?
No, no creo que sea simbólica. Sin duda, nos produce un problema a la hora de lograr consensos y de acá salimos sólo con consensos. No vamos a salir cada uno tirando para un lado distinto. Me parece clave que debatamos todo y que estemos de acuerdo con que el pizarrón está en blanco. Tenemos que sentarnos, debatir y pactar. Esta es una crisis tremenda. Nunca hemos vivido una crisis de esta magnitud.
¿Considera que hay margen para esa "unión de los argentinos" de la que habló el presidente Alberto Fernández cuando asumió?
Hay otros países que vivieron crisis terminales, como en Europa después de las Guerras Mundiales, Japón tras las bombas nucleares, y otros que sufrieron terremotos y tsunamis. Ellos han tenido tragedias mayúsculas y eso produce una unión. Esas crisis terminales son las que producen situaciones en las que la gente se une y no tiene más alternativa que pensar en salir en serio, tomando todas las consideraciones.
¿Y Argentina está ante una crisis que podría ser terminal?
Argentina es que siempre ha sido demasiado resiliente como para llegar a una crisis terminal: siempre después de una crisis viene una buena cosecha, o suben los commodities o el petróleo, o aumenta el turismo porque registramos una devaluación. Entonces, nunca nos enfrentamos a una explosión. Ahora sí nos estamos enfrentando a una crisis que puede llegar a ser terminal si no se toman las medidas para el caso. Y la decisión central consiste en juntarse y diseñar un sistema que permita resurgir.