El aislamiento social obligatorio por el coronavirus encendió las alarmas de la economía en Argentina y desde el Gobierno nacional emitieron un bono de $10.000 para ayudar a los sectores más vulnerables. Algunos de los beneficiarios, aprovecharon esta ayuda para comenzar su emprendimiento.
Con el correr de los días se conocen más casos de argentinos que deciden invertir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para arrancar con un pequeño negocio para sobrellevar la cuarentena.
En Salta se conocieron dos casos. El primero fue la historia de Ana Paula que optó por invertir esta ayuda económica para generar un proyecto que le permita un ingreso de dinero a largo plazo y se puso una verdulería.
Otra familia salteña usaron el dinero para comprar madera y herramientas para comenzar su propio emprendimiento: una carpintería. Marcos se había quedado sin trabajo y acompañado por su pareja, Romina, decidieron comenzar con este negocio no solo para apaciguar el impacto en sus ingresos sino también para acercarse, paso a paso, a su sueño: la casa propia.
Siguiendo el recorrido por en noreste argentino, nos trasladamos a Añatuya: un joven santiagueño armó su peluquería. El adolescente de 19 años, abajaba a domicilio, pero ahora puede hacerlo en su casa, con los elementos necesarios y contando chistes a sus clientes.
En Catamarca, Gabriel Bracamonte para evitar quedarse "sin un peso en el bolsillo" abrió su verdulería en su casa gracias al IFE. "Ahora lo que voy ganando, lo voy invirtiendo", dijo el joven a El Esquié.
Y si nos trasladamos al noreste de nuestro país, en Corrientes encontramos otra historia: una familia que vive en una humilde casilla en Goya invirtió los $10.000 en una despensa. El matrimonio junto a sus dos pequeños hijos tomaron la "mejor decisión" pensando en su futuro.
Otra verdulería armaron en Misiones, más precisamente Garupá. Pablo ahora atiende durante el día su negocio en casa y a la noche trabaja en el Mercado Central de Posadas. Pero además, cocina junto a su familia cocinan para que más de 30 niños tengan su merienda, detalla Misiones OnLine.
En la región de Cuyo también encontramos emprendedores. En este caso, una mendocina usó el dinero para comprar insumos y poder vender empanadas, pan y tortitas.
Un detalle de esta historia es que María de las Nieves vive en un cuarto prestado y cocina al aire libre, por lo que cuando llueve no puede hacer nada. Por eso, si cobra por segundo mes el IFE, quiere invertirlo en ladrillos para empezar a levantar las paredes.
En San Juan, una joven estudiante del Profesorado decidió abrir su librería con ayuda del IFE para poder sobrellevar los gastos en medio de la pandemia. Junto con su pareja comenzaron haciendo copias y cuadernillos: ahora con la ayuda económica de Anses pudieron incorporar útiles.
Todos los casos se volvieron virales en las redes donde festejaron las "ganas de trabajar" y la voluntad de crecer que cada uno manifiesta en su pequeño proyecto.