"Breaking Bad" no sólo se convirtió en una de las series más populares de todos los tiempos. También es un atractivo turístico en Albuquerque, una pequeña ciudad estadounidense de Nuevo México, donde se ambientó la historia de Walter White, un profesor de química que tiene un cáncer terminal y se pone a fabricar droga para pagar el tratamiento y asegurar el bienestar económico de su familia.
Aunque el ciclo terminó hace casi cuatro años, cada vez más gente arriba a este lugar para llevarse algún recuerdo o retrato con las distintas escenografías utilizadas en este éxito cinematográfico. La casa del protagonista, bares, el puesto de comida rápida y el cuartel general del rey de las drogas son algunas de las visitas imperdibles. Sin dudas, el souvenir más buscado por los visitantes es el caramelo azul usado para simular la droga que hacía White.
Los fabricó y los vende Debbie Ball, la señora de los dulces. Hay varias maneras de hacer el paseo por la Albuquerque de la serie, pero la más turística es contratar alguno de los Breaking Bad Experience Tour. Por 75 dólares te suben a una casa rodante similar a la que usaban los personajes para cocinar droga y te llevan a un recorrido de tres horas por los puntos que son indispensables para guardar en la memoria o desde el celular o la cámara de fotos: las casas de White, Jesse Pinkman y Hank Schrader, el lavadero de autos, la fachada del bufete jurídico de Saul Goodman (que en realidad es un bar) y cerrar con un almuerzo en Twister Burritos, el fast food rutero y suburbano que sirvió de locación para "Los Pollos Hermanos", el restaurante que era una tapadera narco en la serie.
Los fanáticos se pueden dar una real panzada en Twister Burritos, ya que tiene el logo de los pollos en la pared, carteles arriba de cada lugar donde se filmó una escena, fotos de los actores y un LCD que pasa capítulos de la serie. Incluso, algunos de los empleados del local actuaron como extras en episodios de "Better Call Saul".