Este martes, dos días después de la renuncia de Evo Morales, La Paz cumplió una semana paralizada por vigilias, bloqueos de calles y oficinas públicas y comercios cerrados.
Grupos violentos, supuestamente ligados al partido izquierdista del renunciado presidente indígena que obtuvo asilo en México, saquearon y quemaron comisarías policiales en La Paz el lunes en la noche, en represalia porque los uniformados se amotinaron el viernes para no reprimir a los manifestantes opositores que exigían la renuncia de Morales.
Estos grupos también volcaron su ira sobre propiedades de la alcaldía de La Paz, en manos de adversarios de Morales, como la subalcaldía de Mallasa, en el sur de la ciudad, y vecina al zoológico y el sitio turístico Valle de la Luna.
Ante el temor de más violencia, grupos de vecinos se organizaron en rondas y bloquearon el ingreso a sus calles con todo tipo de objetos, como sillas, contenedores de basura, piedras, alambre de púas y palos. También quemaron neumáticos y maderas.
En tanto, campesinos mantenían bloqueadas las rutas de ingreso a la ciudad, sede del poder político de Bolivia, y no permiten el paso de ningún vehículo.