Rubens Ferronato es un docente de matemática que, gracias a interactuar con estudiantes ciegos, mejoró su forma de enseñar y creó un novedoso método que ahora el gobierno brasileño implementará en todo el país y ya se aplica en algunos estados.
El camino de Rubens comenzó en 1998, cuando tuvo a su primer alumno ciego: Rodrigo. Al ver que el chico tenía dificultad para comprender, se le planteó el interrogante y comenzó a visitarlo en su casa para conocer más su entorno.
"Seguí dando clases como vos sabés. Él se tiene que adaptar a vos", le decía la directora de ese colegio. Pero la respuesta no conformaba al docente, que seguía inquieto por encontrar una mejor forma de llegar a Rodrigo.
Finalmente la directora de ese colegio se opuso a que le diera clases particulares al chico ciego, y con el tiempo Ferronato, que hoy tiene 57 años, se fue de esa institución. "Yo en ese momento no estaba como profesor fijo. No tenía suficiente autonomía. Tuve que obedecer las reglas. Le dije a Rodrigo que lo volvería a ayudar una vez que me fuera de la escuela. Al poco tiempo renuncié porque no estaba de acuerdo con la escuela", le contó el docente a Infobae.
Pero más adelante Rubens consiguió trabajo en una escuela de Cascavel y se encontró con otro alumno ciego en el aula: Iván. "Ahí mi enfoque fue el opuesto. Me preparé para que le sea útil a Iván, no a los demás. El primer día entré al aula y empecé a hablar. A describir cada uno de los objetos que tenía alrededor, con el máximo de detalle. Los alumnos no entendían qué estaba haciendo. Me decían: 'Profesor, usted explica diferente, usted habla diferente'", relató.
Las clases de Rubens partían de las historias que conocía de sus estudiantes, y así logró involucrarlos. Pero no era suficiente para impartir la complejidad de la matemática, y los estudiantes, entre ellos Iván, comenzaron a desmotivarse.
"Yo no lo quería perder. Su presencia me hacía mejor profesor. Cada vez que se ausentaba, inconscientemente terminaba dando una clase tradicional. No daba lo mejor de mí. Para no perderlo, le prometí una sorpresa para el día siguiente. En realidad no tenía absolutamente nada. Era un intento desesperado. Pasé toda la noche sin dormir. Se me ocurrió visitar una escuela especial a la mañana y vi que trabajan con herramientas tangibles, casi con juguetes como si fueran niños", recordó el docente.
Entonces fue a un negocio de materiales de construcción y compró placa perforada, la llevó a la escuela y, en una clase particular con Iván, le explicó los cuadrantes. El chico lo comprendió con facilidad y comenzó a llevar la placa al aula. Cuenta el maestro: "Planteé un ejercicio e Iván lo resolvió en un minuto. Sus 39 compañeros se acercaron y le empezaron a preguntar cómo lo hizo. En unos segundos pasó de ser el alumno más ignorado a ser el más buscado".
Fueron los propios estudiantes quienes le pidieron a su profesor que les enseñara a todos con el método de la placa, que les resultaba más simple y entretenido. Así, Rubens logró mejorar los resultados del grupo y bajar la deserción. Su curso terminó con solo tres reprobados en lugar de 20, el número habitual.
Rubens bautizó el método como "multiplano": una tabla con agujeritos donde se pueden ensamblar otras piezas y trabajar tridimensionalmente. Según él, sirve para enseñar números, álgebra, geometría y estadística, pero no para distancias, temperatura, peso y volumen.
"Cambiar la forma de comunicar y acoplar el multiplano es el diferencial del método. Las investigaciones muestran que, a través de la audición, se logra un 10% de atención. A través de la visión, un 15%. Pero cuando el aprendizaje es kinestésico se logra alrededor de un 90%. Despierta la curiosidad", explicó el docente.
Pronto, la prensa local se hizo eco del método de Ferronato y muchos padres de chicos ciegos se interesaron. Hasta que funcionarios del ministerio de educación brasileño se acercaron a conocerlo y le propusieron llevarlo a otras escuelas del país.
Después de destrabar algunos impedimentos legales, hoy el método está aprobado, autorizado y recomendado por la cartera educativa. Ya se usa en los estados de Pernambuco, Paraíba y San Pablo y podría seguir expandiéndose, con Ferronato como capacitador.