Todo acto de recordación sobre un hecho impune debe ser acompañado por un reclamo de justicia.
Esta premisa guía y sustenta cada una de las acciones por la memoria que desde AMIA planificamos y producimos cada año para recordar a las 85 víctimas fatales del atentado del 18 de julio de 1994 y denunciar la impunidad.
El arte no está obligado a trasmitir valores ni ideas, pero creemos que, cuando lo hace, puede transformarse en una herramienta sumamente poderosa para detener el trabajo corrosivo del olvido y exigir verdad y justicia.
Así concebimos y realizamos cada una de las 200 acciones por la memoria que hemos realizado en todo este tiempo: muestras de arte, intervenciones en la vía pública, murales, proyectos de artes escénicas, conciertos, creaciones de objetos, piezas audiovisuales, libros, instalaciones y performances.
Con su talento y compromiso, más de mil artistas se han sumado a nuestras iniciativas que tienen como denominador común el hecho de vincular la memoria con el reclamo de justicia, y hacer presente aquello que sucedió.
A través de la creación de lugares de la memoria, tanto físicos como simbólicos, conmemorar es un ejercicio que debe ser permanente. Es lo que contribuye a evitar que el tiempo borre definitivamente la barbarie cometida.
Este año, en el marco del 25° aniversario del atentado, nos enfocamos como siempre en denunciar todos estos años sin justicia, pero decidimos hacerlo desde la perspectiva del paso del tiempo. ¿Qué significan 25 años de impunidad? ¿Qué significan los 25 años que les robaron a las 85 personas que fueron asesinadas?
Nuestras acciones de recordación se enfocaron en poder dimensionar y graficar esas respuestas, y en dejar muy en claro que la memoria es un ancla de hierro, una carga que nos ata al pasado, que hay que soltar para ser dueños del futuro. Es una falacia: no existe construcción de futuro desde el presente sin justicia y sin memoria.