Voy a empezar por lo que me toca: cada año, en alguno de los congresos internacionales que desmenuzan el futuro del periodismo, los gurúes anuncian que hay un robot a punto de lograr hacer lo que hago yo. Y eso no resulta muy tranquilizador. Hace poco supe que en la web de Los Angeles Times había una “máquina-periodista” que cubría los terremotos (en California parece que hay uno día por medio) de manera automática, independiente y, lo más importante, antes de que lo haga la competencia. En muchas redacciones, ya son máquinas las que cargan los resultados deportivos y las estadísticas económicas, y parece que pronto estarán en condiciones de redactar columnas tan tiernamente humanas como esta. Digo todo esto para que no te sientas atacado cuando te revele que es muy probable que tu trabajo se halle en vías de extinción. Compartimos camarote en el Titanic, no sé si eso sirve de consuelo.
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