Claudio ''Chiqui'' Tapia, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, había manifestado en marzo que la rama femenina estaba camino a la profesionalización, algo que comenzó cuando instó a los equipos de la primera división de mujeres a que libren contratos laborales. Sin embargo, no todos lo han hecho. Y, aún así, el monto es insuficiente.
Según Toda Pasión, a las chicas se les paga 300 pesos por cada entrenamiento en la Selección, junto a viático diario de 150 y cerca de 25 dólares cuando tienen que viajar. En cuanto a los clubes, ninguno paga más de cinco mil pesos. Por otro lado, en España las futbolistas no cobran menos de 14 mil euros; en Colombia son cerca de 15 mil dólares; y en Estados Unidos, potencia mundial, reciben un mínimo de 40 mil dólares.
Por esta razón, muchas de las que componen la delegación nacional deben recurrir a otros empleos para poder mantenerse y subsistir. Vanina Correa, la arquera titular, es cajera en un supermercado de Villa Gobernador Gálvez; mientras que una de las suplentes, Gabriela Garton, es becaria del Conicet.
En la defensa, puede que la historia que mas resalte es la de Virgina Gómez. De familia humilde, recolectó mucho tiempo cartón en Rosario. Supo trabajar en un bar, pero por la crisis este cerró y actualmente es desempleada. Adriana Sánchez, si bien juega en la UAI, oficia como empleada de limpieza.
En el mediocampo también está el caso de Lorena Benítez, quien tiene un puesto en el Mercado Central de Buenos Aires y reparte alimentos. La mayoría, por fortuna, puede vivir del fútbol al desenvolverse en el exterior.
En la delantera destaca Belén Potassa, quien es recepcionista en una universidad, mientras que las demás corren con la misma suerte que las mediocampistas. Soledad Jaimes, incluso, fue parte del Olympique de Lyon que se alzó con la última UEFA Champions League femenil.