Miramar de Ansenuza es una localidad en donde su mayor ingreso económico es el turismo y la pandemia puso en jaque a los locales gastronómicos.
La familia Correa rompió con este paradigma que presentaba la realidad del coronavirus y apostaron todo a su nuevo emprendimiento, un bar comedor en Miramar de Ansenuza.
Catriel Correa fue el ideólogo de este desafío: "Hace mucho tiempo que venía diciendo que quería tener un comedor acá en este pueblo que tanto amo. Yo vengo laburando de mozo desde los 11 años. Un día en una cena familiar saqué el tema, lo consulté con Florencia, mi compañera, que me apoya en todo, también a mis padres y mis hermanos, todos me dijeron que si, que todo iba a estar bien y ahí comenzó", comentó.
El apoyo familiar no solo quedó en lo anímico, sino que se convirtió en un emprendimiento familiar en donde todos tiene sus tareas. Gustavo, papá de Catriel, es un experimentado y reconocido mozo con décadas de experiencia y aporta ese conocimiento cada día: "Cuando plantearon la idea, pensé, tantas veces han trabajado para otros porque no trabajar todos juntos. Así que lo importante es estar apoyándolos y tratar de que las cosas les salgan bien", dijo.
Nahuel, hermano de Catriel, también contó que no fue fácil al principio: "Nosotros trabajamos desde chicos y lo que sea trabajo, no es un obstáculo para nosotros, éramos conscientes de la realidad, pero el pensamiento siempre fue positivo y de que hay que salir adelante, con miedo y todo", afirmó el joven.
La respuesta de Catriel con respecto a cómo se siente con el sueño hecho realidad fue contundente: "los sueños estas para cumplirse, hay que ser positivo y enfocarse en lo que uno quiere y meterle para adelante".
Este sueño se convirtió en realidad fruto del trabajo duro, durante años, de toda la familia. De un padre y una madre inculcando la cultura del trabajo a sus hijos y ellos comprendiendo la lección. El amor y la unión familiar como estandarte, para enfrentar los desafíos que nos presenta este mundo.