Las historias lindas se comparten, dicen muchos, y tal es así. Hace tan solo unas horas se conoció la historia de Bobby, un perro labrador que perdió a su dueño y no solo duerme en la tumba de él sino también que se convirtió en parte del personal que trabaja dentro del cementerio de General Roca.
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El Diario Río Negro realizó una producción audiovisual sobre la historia del animal que conmueve al pueblo, y en ella se deja ver la felicidad del animal por estar día y noche acompañando a todas aquellas personas que pierden a un familiar, y de dormir junto a su dueño todas las noches.
“Hace tres años que falleció su dueño y desde entonces nunca dejó el cementerio. Se quedó porque su amo está sepultado acá”, contó Daniel Cisterna, el sepulturero del turno tarde. Y detalló que Bobby lo acompaña todos los días en su trabajo: “Mi tarea es sepultar, caminar, recorrer el cementerio y Bobby anda a la siga mía. Cuando entro a las 13 y escucha la moto siempre me viene a recibir y cuando me voy me acompaña hasta la florería y pega la vuelta”, relató.
En el relato del hombre, también contó que en cada entierro, el animal se queda quieto y hasta a veces se acuesta durante la misa, encima de la tierra. Por lo que muchos de los familiares de las víctimas le hacen mimos y los emotiva la situación. “Durante los 45 minutos que es el tiempo que le lleva a Daniel realizar el entierro el perro se queda acostado al lado de la familia, quieto, observando el ritual. “Pareciera que comprendiera su dolor”, expresó.
En este sentido, el sereno también contó que el día que el dueño falleció, el perro se presentó en el cementerio y que desde entonces se quedó ahí. Y, que a pesar de tener su propia cucha, él decide dormir en la tumba de quien era su familia.
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“Cuando llegó venía a la siga del coche fúnebre. sepultamos al amo y él se quedó acá con nosotros. El perrito seguía arriba de la tumba de su dueño, no se quiso ir. Lo cargaron a una camioneta, pero se bajó y volvió a la tumba de su amo. No se quiere ir, quiere quedarse con su amo”.
El animal se convirtió en parte del staff de la institución, tal es así que hasta ganó una “madrina”. “Los llevamos para que los castren, les damos de comer, todo lo que podemos hacer lo hacemos”, explicó Adriana Carrasco, una vecinoa solidaria que lo atiende.
La historia conmovió a toda la ciudad y lo hace cada vez que se realiza un nuevo evento en el lugar.