Enrique es originario de Bragado, provincia de Buenos Aires. Se radicó en Ushuaia y hace casi 4 décadas que está trabajando incansablemente en nuestra ciudad. Se desempeñó en varios rubros, pero el más representativo es el que realiza en su Almacén sobre calle Maipú. Ese lugar que le cambió la vida y su forma de sentir esta particular localidad fueguina.
Como él, su abuelo también fue un empresario destacado en aquella ciudad bonaerense. Él le contaba historias de Ushuaia al joven Enrique "Es como la semilla que puso en mí, venir a Ushuaia Tierra del Fuego. Soñé de chico muchas veces y enloquecí a mi maestra hablando de Tierra del Fuego", recordó Enrique.
También recordó que su abuelo tenía una forma de hablar bastante especial y le contaba las historias que había vivido en Ushuaia cuando, con su esposa e hija de 12 años, vivieron un hecho que los marcó no sólo a ellos, sino a toda la ciudad, ya que venían viajando a bordo del crucero "Monte Cervantes" al momento de zozobrar en las frías aguas del Canal Beagle un 22 de enero de 1930.
"Él contaba su agradecimiento al pueblo en sí y a quienes los acogieron en su casa, que se trató del señor José Romero. Hay una historia muy curiosa de este señor que fue el padre más prolífico de Ushuaia y Tierra del Fuego, con su esposa Aurora tuvieron 21 hijos", dijo Enrique.
Enrique tenía 7 años, cuando su abuelo le contaba historias a él y a sus otros nietos, pero fue al que más fuerte le pegó. Al ir creciendo y hacerse adolescente, fue creciendo la curiosidad y eso fue lo que lo trajo al sur. Estudió en Buenos Aires y al momento de independizarse trabajó en comercio exterior.
Una empresa había abierto en Ushuaia y su dueño lo invitó a venir a conocerla. "me ocurrió lo que a muchos no les ocurre, que fue ver un día claro, limpio y cruzar el Estrecho de Magallanes con sol. Pude ver lo que siempre había visto en los libros, el Estrecho de Magallanes", contó emocionado al revivir ese momento.
Al llegar a Ushuaia, Enrique, comenzó a caminar la ciudad y se dio cuenta que podía trabajar de lo que él trabajaba en Buenos Aires. Al principio no quería decir a qué se dedicaba, para que no le ganen de mano en poner una empresa igual a la de él, ya que hasta el momento no tenía competencia. "Cuando me preguntaban que hacía decía que me dedicaba a materiales de construcción, mentía", contó entre risas.
Así fue que volvió a Buenos Aires y le dijo a su esposa que tenían que venir a vivir a Ushuaia, ya tenía una hija muy pequeña. "A regañadientes logré, luego de varios meses, que pueda venir para acá", contó. Así fue que en 1982 se vinieron en auto y se alojaron en unas cabañas en la zona del rio Pipo "luz de las 8 de la mañana a las 8 de la noche. No existían los teléfonos, las vacas y caballos que estaban sueltos te comían la ropa colgada", recordó.
Una vez radicado, fue instalándose y trabajando en comercio exterior hasta dar con el Almacén. De su padre heredó una consigna que fue "preservar la historia del lugar donde estábamos viviendo", asique se dedicó a buscar un lugar acorde a esas enseñanzas. Debía encontrar el lugar indicado.
El progreso edilicio de la ciudad iba aumentando y los edificios iban ganando terreno, las construcciones antiguas se iban perdiendo de a poco. Enrique se interesó tanto en el objetivo de encontrar ese lugar especial que, de la búsqueda, encontró dos lugares: Uno sobre la calle principal del centro y otro sobre la costanera de la ciudad, en calle Maipú.
El del centro "tenía problemas sucesorios y el de Maipú estaba cerrado hace 30 años", dijo Enrique. Además, agregó que el dueño no quería vender el local. En 2002, el dueño murió y la hija que heredó el almacén le ofreció el lugar a Enrique para que logre cumplir su propósito. "Yo no quería saber nada, ya había perdido a mi esposa y había conocido al tiempo a Lilian, mi hija estaba en Buenos aires y me dijo que aceptara el desafío", dijo. "Asique convoqué a un maestro pastelero francés de cuarta generación, un carpintero de ribera, José Jiménez y César Valdés, un chico muy joven de ayudante. Luego incorporé a Ángel Martínez, que todavía hoy sigue trabajando con nosotros".
Así nació el lugar donde hoy, cuando vamos por calle Maipú observamos y pensamos en el pasado cómo fueron las construcciones típicas de Ushuaia. Techos a dos aguas, madera y chapa, arquitectura con rasgos europeos, de colores verdes y rojos. "Así surgió luego de un año intenso, realmente una tarea titánica. Mucho tiempo después nos dimos cuenta del esfuerzo que había sido hacerlo sin ser conscientes", resaltó Enrique.
Hoy se reune gente de muchos países del mundo en ese lugar, donde al cruzar la puerta de entrada, se comienza a respirar un aire único de familia, de esfuerzo, trabajo y pasión. Sus mesas temáticas, las estanterías y los objetos antiguos exhibidos llevan a viajar en el tiempo, sentirse bien y salir con el alma renovada.
Durante la filmación de la película "El renacido", Di Caprio visitó el lugar y después de comer con su familia y grupos de amigos, dejó un mensaje muy especial, "Gracias por hacerme sentir una persona", contó Enrique eomocionado.
Sin dudas, Enrique es un gran testigo de la historia de Ushuaia, al igual que muchas personas mayores que aun caminan por las veredeas de la ciudad. Son personas que aun sin ser nacidos aquí, supieron adoptar la ciudad como propia y trabajar para que la historia y las constumbres de aquí, no se diluyan con el tiempo.