Marina Burgueño fue distinguida en el marco de la Exposición Rural por su trayectoria y dedicación en el ámbito rural. Con más de dos décadas de experiencia, relata cómo es vivir y trabajar en el campo junto a su familia.
“Hace 20 años que trabajo en el campo; mi marido hace 31. En nuestra casa se hace un poco de todo: cocinar, colaborar en la manga, preparar comida, andar en el tractor, hachar leña. Mis hijas también participan, hay que aprender a hacer de todo”, contó Burgueño.
Al hablar sobre lo que más valora, fue contundente: “La tranquilidad. Es otra vida. Realmente es pacífico, nada que ver con la ciudad. Siempre digo que si tengo que volver a vivir en la ciudad me tengo que reeducar”.
Su día comienza temprano. “Nos movemos a las 6 de la mañana porque tengo que llevar a mi hija al colegio. Pero no es tan sacrificado como antes, que a esa hora ya estabas en el campo. Ahora a las 7:30 u 8 empezamos. A la noche cenamos a las 9 y a las 10:30 ya estamos acostados”, describió.

Con respecto a sus hijas, señaló que las tres tienen vínculo con la vida rural. “Por ahí la del medio no está tan apegada, pero la más chica y la más grande siempre están. Les gusta y participan”.
Sobre la evolución del trabajo de la mujer rural, reflexionó: “Antes era muy sacrificado. Hoy el esfuerzo sigue estando, pero la tecnología ayuda. Es mucho más ágil”.
También resaltó el entorno familiar y comunitario en el que se desarrolla: “Somos una familia grande, nos juntamos mucho y nunca hay problema. Siempre se carnea algo para el freezer; por ejemplo, ayer estuvimos carneando lechones”.
Respecto al reconocimiento recibido en la Exposición Rural, confesó: “Me dio muchísima vergüenza. Les agradezco de todo corazón, pero me daba cosa. Igual es una sensación linda”.
Finalmente, agradeció a quienes la tuvieron en cuenta: “Quiero agradecer a los chicos de la Agrupación de la Sociedad Rural por pensar en mí”.