Eran habituales durante mi adolescencia las cenas mano a mano con el abuelo “Tano”. Tomás era una persona culta y locuaz, no había crucigrama que se le resistiera ni sobremesa en la que no haya sido protagonista. Viajero incansable mientras la salud se lo permitió, entre los capeletinis y el postre disparaba una tras otra sus anécdotas y vivencias ante mi silencio curioso y expectante. Hacíamos una buena dupla en la sobremesa: a él le gustaba contar y a mí me gustaba escuchar.
Del abuelo “Tano” quizás haya heredado esta afición de relatar pequeños sucesos que pueden pasar inadvertidos; pero que permanecen en la memoria a la espera de algún disparador que los haga reaparecer desde algún rincón de la mente. En una de esas largas sobremesas me contó esta historia que con esfuerzo rearmo para compartirla con ustedes.
En mayo de 1953 recibe un llamado de su buen amigo Daniel "Lito" Álvarez, quería reunirse con él para comentarle una idea que hacía unos días giraba incansablemente en su cabeza. Ambos eran integrantes de la comisión directiva del club Quilmes. Se citaron en el ya extinto bar "el Múnich." Entre cerveza y picada "Lito" le comentó su idea que era en realidad una propuesta: comprar el solar de las calles Moreno y Sarratea para incorporarlo a las instalaciones del club.
El local lo entregaban desocupado y quedaba dentro del perímetro del “barrio quilmeño”, su costo era de 65.000 pesos moneda nacional (con un dólar a 4 pesos, según creyó recordar vagamente) Parecía una idea imposible de llevar a cabo porque el club no contaba con esos recursos pero tan grande fue el entusiasmo que terminaron solicitándole a León, propietario del “Múnich”, lápiz y papel en donde comenzaron a garabatear cuentas y sacar conclusiones.
Sin dejarse vencer por el pesimismo de aquellos números ni por la realidad, arribaron a buen puerto con su proyecto y pensaron, con optimismo que aquel sueño que parecía tan lejano podría concretarse.
Sin pérdida de tiempo al día siguiente se pusieron en contacto con el resto de los integrantes de la comisión y con algunos socios "claves" para la institución, entre ellos (y sabrán perdonar los lectores la omisión de algunos nombres que mi memoria no han logrado retener) Aureliano Arenas ("padre de la institución") Baldomero Alegre López, Luis y José Desperes, Eliodoro Carrera, los hermanos Gaspari,, Silverio Díaz, los Fuentes, los Del Vecchio, Emiliano García, "el negro" Álvarez, Zarza, los Novales, Rodera, Costoyas y Mink entre otros. Ese primer entusiasmo del abuelo Tomás y de Lito tuvo eco y ahí nomás "sobre caliente" decidieron realizar una cena criolla donde se invitó a todos los simpatizantes y socios del club.
El 11 de junio de 1953, luego de los postres, quedó consumado ese sueño cuando logró reunirse 85 mil pesos por préstamo popular (que con el tiempo fue devuelto peso por peso a cada uno de los colaboradores) Desde ese día y para siempre Club Quilmes contaría con su "rancho propio" donde funciona hoy su sede social. Siete años más tarde, en 1960, comenzó a construirse el edificio y en el año 1968 se dio por concluida la obra con la inauguración del actual gimnasio que vivió su momento de mayor gloria con la consagración del club Quilmes como campeón Argentino de Hockey sobre patines en un ya lejano 1973.
Han pasado más de 60 años de aquella historia, y un poco más de 24 que ya no puedo compartir una sobremesa mano a mano con el abuelo, pero me han quedado sus relatos, algunos de ellos en papeles de color amarillo tiempo; otros como notas mentales que a veces me gustan rescatar pero también, quizás, su mejor herencia, la de hacer siempre las cosas con pasión.
Ya en la década de 1990 cuando la Fabrica Sode cerró definitivamente sus Puertas, el Club Quilmes decidió compró el inmueble adyacente a su gimnasio, galpón que pertenecía a la mencionada fabrica, quizas sin preeverlo ni buscarlo fue una manera de homenajear y agradecer a Don Tomás Sode todo su aporte y su amor incondicional por la institución quilmeña. En ese sitio actualmente se encuentra el Museo del automóvil del club que lleva como nombre “José Abel Del Vecchio, quien fuera el organizador de las recordadas carreras de Turismo Carretera organizadas bajo el ala de la institución quilmeña.
No me cabe ninguna duda que el abuelo Tano habrá pintado de rojo y blanco el pedacito de cielo que le tocó en suerte y en una sobremesa sin tiempo andará contando historias e ideando “cosas locas” con ese grupo de amigos y dirigentes que hicieron grande a un pequeño club de barrio.