Escribo porque algo me conmueve y no quiero que pase inadvertido. "Escribo porque necesito contarlo", confiesa Silvina Barroso, maestra, actriz, titiritera, escritora, o simplemente narradora de historias, que siente el placer de transmitírselas a los niños porque "sus miradas, gestos, palabras, sonrisas y emociones aportan el impulso para que los cuentos queden alojados en el alma".
Apasionada del teatro, de la lectura, de la creación de títeres y de las narraciones para los más chicos, la docente le contó a Vía Santa Rosa los orígenes de este vínculo con el arte. "A los 15 años comencé con el Taller de Formación Actoral en Santa Rosa y descubrí mi amor por el teatro", recordó.
Al terminar el secundario hubiera elegido estudiar diseño gráfico o para ser maestra jardinera, pero las limitaciones económicas la llevaron a decidir por el Profesorado para la Educación Primaria y, al terminar, "logré trasladarme a General Pico para iniciar en la Universidad el Profesorado de Educación Inicial", relató.
Ya volcada de lleno al terreno laboral, "nunca dejé de integrar el arte con mi trabajo. Por eso continué capacitándome, perfeccionándome, incluyendo los títeres, la narración, la literatura y el dibujo", explicó Silvina.
"Siempre me gustó leer, incursionar por las bibliotecas, devorar libros que me apasionaban. Por eso, tal vez, nunca dejé de buscar historias nuevas. Pero sólo la lectura no era suficiente, necesitaba contar, transmitir esas historias y entonces encontré (o me encontró) el Seminario de Narración Oral de Cuentos, a cargo de Marita Berenguer. Y allí se abrió un mundo mágico", detalló la docente.
Habiendo trabajado años en las escuelas primarias, Barroso continuó esta pasión con los chicos del Nivel Inicial. "Cada vez que elegía (y elijo) un texto para narrar, tenía en cuenta el placer que me producía al leerlo, qué me emocionaba, qué me hacía vivir esa historia. Si no, no lo podía contar", se sinceró.
Y en ese camino de la narración nació su otro amor: los títeres. Primero como un recurso didáctico para las clases, pero poco a poco se transformó en su pasión. "Cada vez que nace un títere tiene detrás un largo proceso: es interesante comenzar pensando cómo es, qué personalidad tiene, qué características lo hacen único, cómo encaja en la historia", describió.
"Lo que más me gusta de trabajar con los títeres es crearlos desde sus inicios y ver cómo se van transformando a medida que se involucran en las actividades o escenas. Todos tienen su nombre y su identidad. Algunos tienen una personalidad con la que el público se siente identificado o los emociona de tal forma que solicitan su presencia en cada función", puntualizó.
"Me enamora esa conexión entre las personas y los personajes. Muchas veces, se inicia el espectáculo con mi presentación y luego, cuando voy detrás del titiritero, se abren las puertas de otro mundo. Es maravilloso sentir que conmigo dialogan de una manera y con los títeres de otra. Sólo pueden sentir esa magia quienes se permiten disfrutarla", indicó.
Barroso subrayó que "lo que más me gusta de narrar con niñas y niños es que aprendo, me nutro todo el tiempo ya que existe una interacción permanente entre ellos, la historia y yo. Sus miradas, gestos, palabras, sonrisas y emociones aportan el impulso para que los cuentos queden alojados en el alma", dijo.
Muchas de sus historias, que quedaron plasmadas en libros, han sido adaptadas, porque previamente fueron escritas para las obras de teatro para títeres y, "si bien mantienen el argumento original, hay detalles, escenas, que en el teatro se destacan y en las ilustraciones de un libro no tienen el mismo efecto", aclaró, agregando que "siempre estoy escribiendo. En estos momentos hay una historia que se está moldeando a fuego lento y en la que estoy trabajando con muchas ganas", contó.
Por último, Silvina relató que en estos meses de cuarentena buscó "empaparse" mucho más de la literatura en un contexto donde la virtualidad cobró trascendencia. "Comencé a grabar cuentos, trabalenguas y poesías para mis alumnos del Jardín y luego se me ocurrió subirlos a las redes", algo que nunca había hecho.
"Fue maravilloso sentir las respuestas, ese ida y vuelta, tanto de mis alumnos como de personas de cualquier parte del mundo. Al grabar se mira una pantalla pero nunca se sabe hasta dónde puede llegar ese abrazo con las palabras, este mimo al corazón", concluyó.