Darío Genolet, de 38 años, se hizo famoso desde el momento en el que la cámara oficial de la final de la Copa Sudamericana lo tomó, llorando desconsoladamente mientras Los Palmeras cantaban "Soy sabalero". Una radio paraguaya lo contactó para conocer su historia.
"Colón es amor, pasión, tristezas, alegrías, viajes, familia, el ir con mi papá a la cancha, mis abuelos y tíos. Es una vida, es pueblo, la final fue la manifestación más linda de amor que puede tener un hincha con su club. Más allá de un resultado, hicimos algo histórico: llevamos casi 40 mil personas a Paraguay", relató al programa radial Unión FC de Paraguay.
El sabalero vive a 15 cuadras del estadio Brigadier Estanislao López y asegura que nunca falta a la cancha desde que cumplió dos años. También estuvo presente en la Nueva Olla, decisión que tomó luego de una charla de sobremesa con su padre y hermana.
Reveló que al estadio guaraní acudió solo. Se sentó en la platea, con el celular apagado, y cuando sonaron Los Palmeras se le piantó un lagrimón. "Lloré porque se me vino a la cabeza nuestra historia, cultura y costumbres. Los Palmeras son Santa Fe, todas las personas que estaban adentro, las que no están, las que no pudieron ir por cuestiones económicas o que no consiguieron entrada... Son nuestros embajadores, son Colón. Están identificados con Colón y, con su música, nos escuchó el mundo", manifestó.
Pese a la derrota ante Independiente del Valle, se mostró orgulloso. "Son más las perdidas que las ganadas, pero esto que hicimos se lo vamos a poder contar a nuestros hijos y nietos, quedará en la memoria colectiva. Fue una noche de cristal que se hizo añicos y el dolor es muy grande, pero lo que logramos es un bálsamo para nuestras heridas. Se perdió la final pero ganamos en las tribunas. Parecía que estábamos en Santa Fe, en nuestro Cementerio de los Elefantes", dijo y consignó Infobae.