El nombre de Julieta Silva recorrió el país de punta a punta. La sanrafaelina que fue condenada por atropellar y matar a Genaro Fortunato, el novio, reapareció en público y con vida nueva. Silva se casó con Lucas Giménez y la feliz pareja viajó a México para disfrutar de la luna de miel.
El hecho trascendió fronteras por la misma Julieta que compartió fotos en las redes sociales de la ceremonia y la fiesta que se realizó el 3 de diciembre en un salón de fiestas en San Rafael en el que estuvieron presentes sus hijos, familiares y amigos.
Después de la celebración, Silva y Giménez emprendieron un vuelo a Playa del Carmen, México, para descansar en su luna de miel.
En las postales se los vio felices disfrutando de su nueva vida en pareja, ahora formalmente.
Silva estuvo en prisión por atropellar y matar a Genaro Fortunato en las inmediaciones de Mona Bar en septiembre de 2017.
Un año después fue encontrada culpable y condenada a purgar 3 años y 9 meses de prisión por el delito de homicidio culposo agravado.
Sin embargo no fue hasta noviembre de 2019 que recaló en la cárcel de San Rafael una vez que la Corte mendocina le puso punto final a las apelaciones y confirmó la sentencia. Mientras tanto permaneció con arresto domiciliario.
En febrero de 2020, Julieta Silva volvió a ser noticia cuando la justicia le negó un pedido de salidas transitorias.
Pero hacia fines de marzo de ese año, Silva pudo acceder al beneficio de la libertad condicional porque completó los dos tercios de la condena.
Con la pena cumplida en su totalidad, Silva se alejó de la mirada pública, rearmó su vida y ahora regresó con una vida completamente nueva al lado de su esposo.
Cómo fue la muerte de Genaro Fortunato en San Rafael
En septiembre de 2017, Fortunato y Silva mantuvieron una discusión al dirigirse al auto que estaba estacionado sobre calle El Chañaral. La joven tomó el mando, pero él intentó disuadirla desde afuera del vehículo. Cayó al suelo segundos más tarde, tras correr a la par del vehículo.
Según las pericias, la condenada salió aquella madrugada con su auto que estaba estacionado en el carril derecho de la calle El Chañaral, hizo 150 metros, giró en U y volvió en dirección a la ruta. Fortunato estaba en el piso reponiéndose y es ahí cuando ella lo atropelló y lo arrastró más de tres metros hasta que se detuvo.
Cuando se bajó, Silva vio el cuerpo de su novio sin vida en medio de la calzada: le había aplastado la cabeza. Los peritajes toxicológicos realizados al cuerpo del rugbier indicaron que al momento del hecho tenía 1,8 gramos de alcohol por litro de sangre, mientras que la mujer 0,8, cuando el máximo permitido para manejar es de 0,5.
En el juicio, la estrategia de la defensa de Silva, encabezada por Alejandro Cazabán, apuntó a que la muerte de Fortunato fue un accidente -algo que finalmente determinó el Tribunal-, además de tirar abajo la existencia de un vínculo amoroso entre ambos. En ese sentido, durante la etapa de alegatos, el abogado había pedido la absolución.
En tanto, la querella solicitó 20 años de prisión. Sin embargo, la condena fue bastante menor: tres años y nueve meses de prisión e inhabilitación para conducir por ocho años.