Uno de los tres “tradicionales boliches” de Villa Mercedes que inmortalizó la canción “Calle Angosta” todavía se mantiene de pie. “Los Miranda” cumplieron 100 años de historia y todavía conservan sus puertas abiertas como testigo de la génesis cultura sanluiseña.
Aunque también en la zona funciona el reconocido boliche “Don Miranda” y muchos los confunden, en realidad es un comercio mucho más longevo.
La historia del boliche “Los Miranda”, que cumplió 100 años desde su fundación
“Los Miranda” fue inaugurado en 1922 por Cándido Miranda como una apuesta tras haber quedado sin trabajo en las grandes huelgas ferroviarias de 1917.
“Él era jefe de estación y quedó cesante, por lo que tuvo que salir a pelear la vida. Decidió poner el local aprovechando sus contactos, porque en ese momento estaba prácticamente desierto ese sector. Le traían mercadería de Buenos Aires y de otros lugares, y con eso abrió el negocio y el edificio donde está ahora”, contó Ricardo Ulises Miranda, a El Diario de La República.
Ricardo es nieto del fundador y uno de los dos hermanos que actualmente son dueños del espacio físico y de la marca.
En los comienzos, el local se encontraba sobre un estrecho camino, “el de una vereda sola”, por el que transitaban las carretas. Este se volvía cada vez más un paso obligado para quienes arribaban a la ciudad sobre rieles.
Por eso arrancó prácticamente como un negocio barrial, con el viejo mostrador que todavía conservan. Allí vendían todo tipo de comestibles y hasta forrajes para los caballos. Sin embargo, poco a poco se fue convirtiendo en un nido para que florezca la música y la cultura cuyana.
Las características del viejo “Los Miranda” de Villa Mercedes: los serenateros
“Tenía dos sectores. Uno que era el almacén, que era el permitido para las mujeres y los niños. Y un patio, donde se juntaban los hombres que normalmente salían de trabajar del Molino Fénix y del ferrocarril. Se juntaban, tomaban, comían y tocaban la guitarra”, contó Ricardo.
El nieto fundador, a su vez, relató que el comercio fue el epicentro de muchos encuentros en los que se forjaron muchas de las canciones que hoy forman parte del repertorio popular de San Luis.
“Se estilaban mucho los serenateros. A partir de las diez de la noche, según la estación del año, salían a hacer las prendas, que eran dedicadas a una madre, a un cumpleañero, a las novias. Entonces se juntaban en el boliche, tanto para ensayar como para terminar sus recorridos de fiesta”, detalló.
Allí, aseguró Miranda, José Adimanto Zabala aprendió a tocar la guitarra, cuando era apenas un niño. “Por eso la nombró en la cueca, porque es parte de su infancia”, señaló.
Las modificaciones que sufrió “Los Miranda” en la década del ‘40
En la década del ‘40 el espacio tuvo que modificar sus servicios.
“En la familia había tres mujeres maestras y una de las costumbres de esa época era que una docente no podía tener vinculaciones y no podía andar en compañía de otro hombre que no fuera el padre, el hermano o el esposo.
Como las tres ejercían, el boliche tuvo que restringir la presencia de los cuyanos cantores. Además, aparecieron otras ofertas comerciales y surgió la necesidad de achicar y quedó restringido a almacén”, relató Ricardo.
Otros cambios a través del tiempo en “Los Miranda”
Con el paso de las décadas, el local enfrentó diferentes momentos, sinsabores y alegrías, pero siempre se mantuvo vigente. Solo estuvo un tiempo con las puertas cerradas hacia finales de los ‘70.
Pero no fue hasta después del cambio de siglo que el tradicional boliche experimentó un resurgimiento de la mano de diferentes emprendedores que se hicieron cargo de la concesión y lo modernizaron.
La de Federico Huck Medaglia y Emiliano Fernández fue la sociedad que tomó el mando en 2011 y aún sigue al frente del lugar.
“Tratamos de mantener la esencia, no cambiarle el nombre y conservar la identidad de lo antiguo, pero a la vez darle una vuelta de rosca y adaptarnos a las nuevas necesidades en los menús y la música”, explicó Huck Medaglia.
Aunque el edificio tuvo modificaciones, conservan dos habitaciones con las paredes y los tirantes originales que están en buen estado.
También está la vieja barra y las estanterías del almacén. Y, aunque en algún momento se hicieron muy conocidos por los lomitos, aseguran que regresaron a la cocina tradicional y criolla, al punto que realizan reservas desde otras localidades para ir a conocer el comercio.
“A veces me cuesta abstraerme y mirar todo desde afuera al estar en un lugar tan importante para Villa Mercedes. Pero mi familia también es muy tradicional del barrio Estación y creo que hay una conexión, un lazo muy fuerte”, expresó el empresario.
Fuente: El Diario de la República