Juan Pablo Acuña, tiene 30 años, es diseñador industrial y, aunque actualmente trabaja y vive en Córdoba, es de San Luis. Fue premiado con el primer puesto en el prestigioso concurso organizado por Andreu World por su "innovador y minimalista" diseño de la silla Lazar. Compitió con otros 349 proyectos en los que participaron unos dos mil diseñadores de treinta países de todo el mundo.
Andreu World todos los años realiza el Concurso Internacional de Diseño e invita a especialistas de todo el mundo a que elaboren sus propios proyectos de muebles para luego premiar a los más innovadores. En su 18ª premiación (realizada en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Valencia), por primera vez el galardón fue para Argentina, más precisamente a las manos de un puntano.
"Me sorprendió bastante haber ganado, porque ya había participado en otras ediciones. Fue una alegría muy grande para mí haber prendido la compu y ver el mail que me habían enviado, comunicándome que gané el primer premio. Dentro de lo que es diseño mobiliario, es el concurso internacional más importante. Participa muchísima gente de todo el mundo y la competencia es de mucha calidad", manifestó Acuña a El Diario de la República.
Desde el sitio oficial del concurso explicaron que el jurado, compuesto por profesionales de la arquitectura y del diseño, valoró "su equilibrio, armonía y la singularidad de sus formas. El diseño está inspirado en elementos clásicos, interpretando elegantemente la construcción de una colección altamente versátil. Además, se ha tenido en cuenta el confort, la ergonomía y la flexibilidad del asiento y respaldo de madera contrachapada".
Al joven diseñador industrial le llevó unos intensos tres meses de trabajo para elaborar la idea y ejecutarla. Repartía sus jornadas entre su trabajo en la autopartista haciendo piezas para cosechadoras y el diseño de su silla.
Para la presentación hizo una maqueta a escala, una memoria descriptiva del proyecto y un video de dos minutos. Para fines de noviembre envió todo lo requerido a Valencia, España, con una ínfima esperanza de ganar, y finalmente se le dio.
Para Acuña la silla Lazar, su creación, "tiene una tecnología de diseño que se llama madera curvada, por la cual a la madera se la pone en una cámara vacía y se le inyecta vapor por cierto tiempo. Cuando sale de la cámara se la coloca en modelos curvados y ahí adopta la forma. Es una silla que productivamente permite ahorrar muchos costos, porque hay un mismo elemento que se repite, lo que beneficia a la empresa que, al hacer muchas cantidades, justifica los costos de matricería, inventario y materia prima".
Luego continuó: "Diseños de sillas hay millones y es muy difícil romper el paradigma para hacer algo nuevo. Busqué usar el minimalismo porque a cada componente le saqué la mayor funcionalidad posible. Intenté disminuir el diseño a lo más mínimo, sin que pierda la elegancia y la belleza. Es un proceso muy difícil".
Si bien su actual desempeño laboral y lo que creó para obtener el galardón son considerados diseños, se trata de dos cosas distintas dentro del mismo mundo. Haber ganado este reconocimiento, al diseñador puntano le hace replantearse sus expectativas a futuro.
"En el país no se hace mucho diseño, lamentablemente. Se trae de afuera y acá se fabrica. Conseguí este trabajo de diseño de procesos, pero ganar este premio te cambia. Me pone contento porque sé que estoy trabajando bien. Esto me anima a especializarme. Estoy pensando hacer un máster en Europa. Esto me visibiliza en el mundo del diseño mobiliario y puede generarme oportunidades, pero creo que uno tiene que moverse para lograrlo", concluyó.