Ricardo Ismael Lucero es un pastor evangelista de la ciudad de Villa Mercedes, en San Luis, y el lunes por la tarde fue detenido luego de que sus hijastras lo denunciaran en la Comisaría 29ª y ratificaran su acusación en el Juzgado Penal 2 de esa ciudad, por que sus hijas, dos pequeñas, les contaron que el hombre las había manoseado en las partes íntimas.
La sospecha era impensada porque Lucero siempre se mostraba como un hombre muy cariñoso, en particular con los niños, y además, solía hacer oraciones y bendiciones especiales, como una especie de pastor, ya que es evangelista. Ayer a las 14, policías que dependen de la Dirección General de Investigaciones arrestaron a Lucero, de 44 años, para ponerlo a disposición del juez Penal 2, Leandro Estrada.
El comisario mayor Roberto Molina explicó a El Diario de la República que lograron ubicar a Lucero en una casa situada en Zavala Ortiz al 1000. Está imputado por "Abuso sexual gravemente ultrajante reiterado, calificado por ser ministro de culto".
Las hijastras de Lucero lo denunciaron en marzo de éste año e indicaron que hace por lo menos 18 años que el sospechoso estaba en pareja con su madre, y que nunca le vieron actitudes de índole sexual que llamaran la atención, ni con ellas ni con otros integrantes de la familia. Pero el pasado domingo 11 de marzo, B..., de 10 años, le pidió hablar a su mamá, después de bañarse. Cerró la puerta de la habitación y rompió en llanto. "El Ricardo me tocó", le dijo. "¿Cómo qué te tocó?", inquirió la mujer. Y la nena habló.
La pequeña relató que un día que su abuelastro estaba en su casa y entró en su pieza. Ella tenía puesto un vestido. El hombre la abrazó, y, en ese acercamiento, intentó ponerle le mano por encima de la ropa interior. Ella se corrió, pero el hombre insistió, narró la pequeña. Justo entró otro niño de la familia, y la nena aprovechó esa circunstancia para salir del dormitorio. Se sentó en una computadora, en el comedor, y el abuelastro la siguió hasta allí. La niña contó que él se arrimó desde atrás e intentó hacer lo mismo, diciéndole “qué linda pancita”. “Ésta es mi pancita”, le respondió la nena, subiéndole la mano.
Por lo que manifestó la chiquita, ése fue el único abuso que vivió. Pero fue suficientemente para pedirle a su mamá que por favor no dejara que Ricardo se le acercara, y decirle que no quería verlo más.
Es por eso que la mamá de B... decidió hablar con su hermana, ya que la nena le había dicho que le había contado lo ocurrido a su prima, de 14 años. Efectivamente, la adolescente sabía, pero no dijo nada.
Ante la duda de que Lucero le hubiera hecho algo a esa jovencita o a su otra hija, de 7 años, les consultó cómo se comportaba el abuelastro con ellas. La mayor dijo que no había tenido ninguna mala experiencia con el hombre. Pero M... la más pequeña, sí. Apenas le preguntó, M... empezó a llorar desconsoladamente, reviviendo el calvario del que fue víctima en silencio. Le dijo a su mamá que Ricardo la había tocado varias veces, que la manoseaba en todas sus partes íntimas, que le bajaba los pantalones y la bombacha. También que se sentía mal. Que le tenía miedo. Temía que su mamá se molestara con ella y la castigara cuando le contara.