Un acto popular sin precedentes en los últimos años se dio en San Juan el pasado martes en la despedida del piloto sanjuanino Alberto Wey Zapata. Cientos y miles de acompañantes protagonizaron una larga procesión desde la Cochería San José, en Capital, hasta el Cementerio de Rawson. Motos por doquier y gente que se acercaba al Conector Sur para darle el último adiós al joven que dejó, sin lugar a dudas, un legado imborrable en la sociedad sanjuanina.
Con el respeto a los protocolos sanitarios por la pandemia de coronavirus, la familia del Wey encabezó lo que fue un multitudinario acompañamiento. Al grito de “acá está el Wey”, el féretro ingresó a un carruaje fúnebre Lincoln modelo 1954 que como nunca antes, miles de personas le siguieron los pasos desde atrás.
Cientos de motos desde 250 cc a 110 cc colmaron el Conector Sur. La Asociación Sanjuanina de Enduro y Rescate (ASER) junto la Secretaría de Deportes y el personal de la cochería trabajaron en el protocolo, controlando la seguridad de la zona para evitar accidentes. Pero quienes no pudieron seguir la caravana, simplemente se acercaron a un costado de la calle para despedir al Wey. En el Cementerio de Rawson, también hubo muchísima gente, aunque no todos pudieron entrar para despedir al motociclista fallecido el último domingo en una carrera de enduro en Córdoba.
La noticia de su muerte golpeó de manera muy dura a todo el mundo del deporte y también a la comunidad de San Juan. El deportista había sufrido en noviembre pasado un accidente automovilístico en el que perdió un brazo. Luego, pudo volver a competir arriba de una moto y el último domingo sufrió una caída en plena competencia que acabó con su vida.
La desgracia ocurrió en la localidad cordobesa de San Agustín, en la segunda fecha del MX Cordobés. El sanjuanino, que se había convertido en un ejemplo de superación personal y que conservaba un carisma único, cayó de su moto en plena carrera y, una vez en el piso, fue embestido por al menos dos motos, ocasionándole la muerte.