Una vecina de años fue la que despertó la solidaridad de otras tres mujeres del barrio. Petrona Judith Insaurralde tiene 84 años, siempre fue una mujer muy activa pero hace unos días sus vecinas dejaron de verla en la calle haciendo las compras. Fue por eso que le golpearon la puerta y la encontraron desplomada tratando de pedir ayuda. Para evitar que vaya a un hogar, las mujeres decidieron hacerse cargo de Petrona. Todo quedó asentado en un acuerdo judicial alcanzado en el Juzgado de Paz de Caucete, a cargo de la jueza Luciana Salvá.
La anciana nació en Corrientes y vivió en Buenos Aires. Después de casarse se vino a San Juan junto a su marido, se asentó en el barrio Los Olivos, de Caucete. Hace ocho años quedó viuda. Si algo caracterizó siempre a Petrona es su nivel de actividad y su lucidez. Hace unos días, la mujer sufrió un ACV en su casa, no alcanzó a pedir ayuda, por lo tanto quedó desplomada a metros de la puerta de calle, según relató Diario de Cuyo. Permaneció internada en el hospital Rawson una semana, pero debido al estado en el que quedó, la señora no puede quedarse sola. Entre las opciones que se barajaban estaba la de ubicarla en un hogar, pero tres vecinas decidieron hacerse cargo de ella.
Eva Saavedra, Cristina Morandi y Lorena Saavedra son quienes asisten a la anciana todos los días. Las mujeres se turnan para ayudar a la mujer, asearla y darle de comer. Durante ochos horas, acompañan a Petrona, a quien quieren mucho y no dudan en ofrecerle además de los cuidados básicos mucho cariño y amor. La asistencia es total. Es que después del ACV la mujer no puede caminar ni comer por sus propios medios. Además, usa pañales porque no controla esfínteres.
"Tiene mucho valor la voluntad de esas vecinas, ellas prácticamente fueron las salvadoras de esta abuelita y hasta firmaron un acta acuerdo en donde se comprometen a cuidar a la anciana hasta que podamos encontrarle una solución a esta situación", dijo a Diario de Cuyo la jueza Luciana Salvá. La magistrada informó que Petrona no recuerda a quien le dio su DNI y las tarjetas del banco para cobrar sus jubilaciones. Es por esta razón que se decidió denunciar las tarjetas para que nadie cobre por ella.
"La quieren mucho, cuando dije que una de las posibilidades era la de internarla en un hogar ellas me rogaron que por favor no llegáramos a eso, aduciendo que la abuelita es muy activa y si la internamos temen que se pondría muy mal", cerró la jueza. Gracias a la voluntad y el cariño de estas mujeres, el barrio Los Olivos fue testigo de una historia de solidaridad que es ejemplo provincial.