Mili tiene 12 años y hace tiempo esperaba a una familia que la adopte. Vivía en un centro de inclusión transitorio cuando un matrimonio supo de su historia y la buscó. La pareja hizo los trámites para llevar a la pequeña a su casa en calidad de guarda y cuando la jueza le preguntó si quería adoptarla, no lo dudó. Mili tiene mamá, papá y unos abuelos que la recibieron con los brazos abiertos.
La menor vivió con el matrimonio durante julio con la idea de ver si se adaptaban. Cuando la jueza preguntó al matrimonio si ratifican su deseo de adoptar a Mili. Sin dudarlo respondieron “Por supuesto que sí’. La magistrada cumplió con la promesa que le había hecho hace un tiempo a la niña: “Sólo cuando encuentre unos padres para vos te voy a soltar la mano”. La foto de Mili abrazada de su padres y de uno de sus abuelos circuló en las redes sociales y emocionó a la sociedad. Es una historia de amor y de un nuevo comienzo para esta familia salteña que eligió crecer junta.
“Ella es un milagro, su desarrollo, al igual que la manera en que ha superado las barreras que la vida le ha puesto, porque ha logrado desde no caminar a poder correr. Y de no escuchar pasó a hacerlo normalmente, sin necesitar audífonos ni ningún otro elemento. Se pensaba que tenía algún problema en el oído pero fue un tema menor que se resolvió y hoy ella puede desarrollarse plenamente”, había contado la jueza de primera instancia de Personas y Familia 3, Claudia Güemes, quien intervino en el caso.