Analía Ibáñez Sierra es la montañista que estuvo dos días perdida en el cerro salteño Pacuy, en Campo Quijano. La encontró un baqueano que integraba el gran equipo que se armó para buscarla. Sobrevivió a una fuerte caída y también a las bajas temperaturas del lugar.
En pleno proceso de recuperación, la también docente de la Universidad Católica contó cómo se perdió de su amigo cuando descendían del Pacuy y cómo pasó sus horas de espera hasta que la rescataron. Su fortaleza y sus conocimientos sobre supervivencia en la montaña la salvaron.Analía Ibáñez Sierra contó como pasó sus días perdida en un cerro salteño "No tenía fuerzas ni para sacarme la mochila", reveló a Salta Comparativa.
Analía y su amigo comenzaron a subir el cerro alrededor de las 7 del domingo. "Fue un ascenso tranquilo, lo disfrutamos mucho", relató. Llegaron a la cima, comieron algo, y alrededor de las 16 comenzaron a bajar. Analía destacó que estaba muy ventoso.
"En el lugar donde nos paramos en un momento de la subida yo había visto que la senda no estaba muy clara y pensé que era posible qué nos confundamos. Entonces a esa parte quería hacerla con la luz del día. Veníamos bien pero en un momento nos dimos cuenta que nos habíamos confundido de camino", recordó.
"Habíamos quemado piernas y brazos para escalar"
Los montañistas optaron por cruzar una zona de quebrada pero hasta ese momento ya se hizo de noche. "Nos metimos en lugares bastante complicados. Había agua y las piedras estaban resbaladizas. Lo que antes parecía que se podía subir ya de noche teníamos como paredones al frente y los terminamos escalando", contó. "No nos habíamos dado cuenta del tiempo, de nada, ni del desgaste físico. Habíamos quemado piernas y brazos para escalar", agregó.
Cuando lograron salir de esa zona complicada alrededor de las 3 de la madrugada, siguieron camino. Su amigo caminaba por debajo, y ella iba un poco más arriba. Él le marcaba con la linterna pero, según su relato, a ella se le cayeron los bastones y cuando se agachó para agarrarlos, se desbarrancó. "Me golpeé, me cayó una piedra en la cabeza, y cuando me detuve me senté. No sé cuánto tiempo pasó, no tengo noción", detalló.
Alucinaciones y mucho frío
Se quedó esperando a su amigo pero el silbido del viento era tan fuerte que no se escuchaba nada. Al otro día despertó y caminó para encontrar ayuda. Dijo que veía gente que después desaparecía. La segunda noche fue la más difícil por el frío. Casi no podía dormía, y sentía que el tiempo no pasaba. "Me desperté varias veces a la noche esperando que sea de día y no, seguían las estrellas".
Cuando la encontraron primero pensó que era producto de su imaginación porque cada tanto alucinaba con que veía gente. Sin embargo cuando Victor, el baqueano, se acercó a ella y le habló entendió que la estaban buscando y que por fin habían llegado a rescatarla.