El Fuerte Nuestra Señora de Santa Ana, en Cobos, fue construido en el año 1690 para detener la avanzada de los ataques de los nativos hacia una creciente ciudad de Salta. Se trata de una casona de dos plantas ubicada sobre una lomada, desde donde se vigilaba hacia el sector Este, dirección desde donde podrían venir los malones integrados por aborígenes del Chaco.
El 14 de julio de 1941, el Fuerte de Cobos, como pasó a llamarse, fue declarado monumento nacional por decreto 95.687, y desde ese momento es el Gobierno nacional el que debe hacerse cargo de su preservación, cuidado y refacción.
Lo cierto es que, responsabilidad de Nación o de la Provincia, nadie se hace cargo del monumento, que ni siquiera cuenta con un sereno que vigile las instalaciones, por lo que se ha transformado en pasto de vándalos y animales, quienes se parecen en el hecho de que nada respetan.
Norma Pacheco, encargada de la oficina municipal de Cobos, realizó una denuncia en la que da cuenta de los daños que presenta el monumento. Y, a raíz de la denuncia, tomó intervención el fiscal penal de General Güemes, Gabriel González. Aunque nada hace pensar que esta vez cambiará la suerte del Fuerte de Cobos, a quien propios y ajenos han dado la espalda hace ya mucho tiempo.