La investigación sobre una de las células más peligrosas que generaron “Los Monos” en Rosario derivó en la detención de una mujer policía y su hijo en barrio Martin. Antes, ambas personas vivían en Ludueña, donde operaba la organización que comandaba Mauro Gerez como enlace de delincuentes presos.
El Ministerio Público de la Acusación (MPA) solicitó la captura del joven de 22 años en un procedimiento que incluyó un trabajo de vigilancia frente a un edificio de Mendoza al 600. Allí vivía su madre, que quedó bajo arresto cuando salió a pasear los perros a pocas cuadras.
La Agencia de Control Policial (ACP) apresó a la mujer bajo la sospecha de que colaboraba con la banda vinculada el narcotráfico en barrio Ludueña. Fuentes de las fuerzas de seguridad provinciales precisaron que prestaba servicios en la Comisaría 12°, aunque desde 2019 tenía licencia médica.
Además de la hipótesis de que la uniformada le brindaba información reservada a los delincuentes, los investigadores creen que su hijo formaba parte de la organización criminal. Al joven de 22 años lo identificaron como uno de los presuntos tiradores al servicio de Gerez y Jonathan Almada, otro de los líderes que tenía este grupo en las calles de Rosario.
Así como hizo un operativo en barrio Martin, el personal de la ACP allanó otras viviendas en el oeste de la ciudad. La lista incluye domicilios en Gorriti al 2900, Larrea al 400 bis y Liniers al 500 bis.
¿Cómo operaba la banda vinculada a “Los Monos” en barrio Ludueña?
La organización narcocriminal que creció en barrio Ludueña quedó en la mira de la Justicia a partir de mayo, cuando atraparon a Mauro Gerez y otros ocho sospechosos. Desde entonces se hicieron otros operativos en los que empezó a delinearse la existencia de una franquicia de “Los Monos” que también pisaba fuerte en Empalme Graneros.
A fines de agosto, el fiscal Pablo Socca imputó a 26 personas ligadas a la banda delictiva. En esa nómina se destacan Andrés Fabián Benítez y Julián Aguirre. Ambos están presos en la cárcel de Piñero y fueron señalados como los cabecillas que daban órdenes para la planificación de balaceras y extorsiones.
La captura de los principales acusados tuvo coletazos sorprendentes en Rosario. Después de la audiencia, otros cómplices que estaban libres hicieron amenazas con panfletos en edificios públicos. En las hojas que tiraron, le advirtieron al funcionario a cargo de la causa: “Dejá de vender humo con gente inocente”.