Es rosarino, se recibió de médico trabajando como barrendero y se convirtió en una inspiración

El joven trabajador de limpieza de Rosario consiguió el ansiado título y ya planea seguir especializándose.

Es rosarino, se recibió de médico trabajando como barrendero y se convirtió en una inspiración
Darío, el rosarino que inspira a todos, quiere seguir especializándose.

Tiene 37 años, trabaja como barrendero y se recibió de médico en la Universidad Nacional de Rosario en el mes de diciembre. Se trata de Darío Giusepponi, un joven rosarino que decidió hacer realidad su sueño y estudiar lo que le apasiona por sobre todas las cosas.

Se crió en la zona sur de la ciudad, en el seno de una familia de clase trabajadora compuesta de un padre taxista, una mamá ama de casa y tres hermanos. Cuando finalizó sus estudios en el Normal 3, fue a probar suerte a la Facultad de Medicina, pero en ese momento el examen de ingreso lo dejó fuera de carrera antes de empezar.

El joven comenzó entonces su vida laboral, mientras esperaba que la vida le otorgara otra oportunidad. En el 2011 fue por la revancha y comenzó a ser un estudiante universitario que alternaba entre los apuntes de clase y el trabajo como barrendero en la empresa Lime. “Siempre tuve claro que quería ser médico. Si me preguntan dónde quiero pasar el resto de mi vida, pienso en un hospital”, afirma el flamante galeno.

Lejos de romantizar su historia, Darío cuenta que al principio no fue fácil: los horarios eran complicados y el ritmo de vida académico es capaz desmotivar a cualquiera, en una carrera que exige muchas horas de lectura, clases y prácticas: “A mí, recibirme me llevó más tiempo que al resto. Varias veces pensé en dejar, pero seguí adelante”, contó.

¿Por qué Darío apostó a la carrera de medicina?

Sin embargo, ya recibido su experiencia, inspiró a otros trabajadores a querer estudiar y eso lo pone feliz. Se acercan, le preguntan dónde pueden estudiar o cómo pueden hacer para anotarse en una carrera. “No es raro. Este es un trabajo bien pago, pero muy duro”, afirma y pregunta: “¿Conoces a algún chico que de grande quiera ser barrendero?”.

En ese sentido, explica que la gente tiene una idea equivocada de lo que significa ser barrendero: “nos piensan como personas sin instrucción, algunos nos tratan con algo de desprecio también, por eso creo que mi historia los llena de orgullo”.

Como exige la carrera, Darío tendrá que trabajar el año que viene 8 meses de práctica final obligatoria en distintos centros, por lo que deberá dejar su trabajo. Después planea especializarse, aunque aún no decide si en cardiología o emergencias. Lo que sí tiene en claro es que será en la salud pública.

“Muchos me preguntan por qué quiero cambiar de trabajo, si con lo que gano ahora estoy bien. Pero el tema no pasa por el dinero, sino por lo que quiero para el resto de mi vida. Desde el día que llegué a la facultad supe que me apasionaba estar en un hospital, en un centro de salud”, cuenta y explica que más allá de que las cosas no salieron como quiso, el año fue muy bueno: “me recibí, los chicos de la Selección salieron campeones... es un golazo terminar el 2022 así”.