Los días de calor quienes están cerca del río o un arroyo se ven tentados en darse un buen chapuzón que los refresque. Sin embargo, lo que pareciera ser sinónimo diversión podría terminar en una tragedia.
El exceso de confianza y la no asimilación del peligro de estos parajes naturales, aparentemente inofensivos, puede terminar en una situación desagradable.
Las noticias de ahogamientos son lamentablemente frecuentes cada verano. Recientemente se conoció el caso de una mujer que se arrojó al río Paraná para combatir el calor y al notar su marido que no salía se tiró al agua en su rescate muriendo ambos.
Nadar en aguas naturales es diferente a nadar en una piscina. Se requieren más habilidades y energía debido a las temperaturas bajas del agua y el aire, las corrientes, las olas y otras condiciones que cambian según el clima.
Peligros que no se ven
• Antes de ir, debemos conocer un poco más acerca del lugar. Infórmate sobre posibles peligros en la zona que visitarás y toma las precauciones necesarias. Verifica las condiciones del agua y el clima. Sobre todo, hay que estar seguros de que el baño en esa zona está autorizado.
• En la mayoría de estas zonas, la parte apta para bañarse y nadar suele estar delimitada por boyas.
• No intentes nadar en contra de la corriente. Si te sientes arrastrado por una corriente, nada paralelamente a la playa y, una vez que salgas de la corriente, nada hacia la orilla.
• En ríos ten en cuenta también que puede haber corrientes o remolinos. Esta imagen muestra cómo se debe actuar en caso de corriente.
• Si se han producido lluvias recientes, presta atención a lo que informen los medios de comunicación, ya que habitualmente advierten sobre las crecidas de los principales ríos.
• Antes de tirarte al agua, asegúrate de que no haya piedras ni obstáculos sumergidos.
• No te tires al agua desde un lugar alto como un árbol, el borde de un acantilado o un puente.
• Si no sabes nadar, permanece en la zona más baja del río, arroyo o laguna