La confesión del contador Víctor Manzanares fue clave para identificar cuatro sitios en la ciudad de Río Gallegos donde los Kirchner escondían el dinero que el fallecido exsecretario de Néstor, Daniel Muñoz, llevaba hasta allí. Mientras tanto, los investigadores buscan un quinto lugar e intentan determinar qué pasó con las llaves que cerraban otras valijas, bolsos o cajas blindadas.
Según el testimonio de Manzanares, en 2005 Muñoz le pidió si podía guardarle por "unos días unos bolsos y mochilas, por razones de seguridad", a lo que él accedió. Eran entre unos 15 y 20 bolsos y mochilas repletos de dinero. En ese momento, Muñoz le preguntó si quería trabajar con él y ante sus dudas agregó: "El tren pasa una sola vez".
Manzanares aceptó y guardó los bolsos y las mochilas "en el entretecho de mi casa y los mantuve allí hasta que me los volvió a pedir Daniel", reveló Clarín sobre la declaración del contador ante el fiscal Carlos Stornelli, homologada por el juez federal Claudio Bonadio.
Los cuatro "escondites de los tesoros" revelados por Manzanares fueron el entretecho de su casa; una oficina de otro secretario privado, Roberto Sosa, ubicada en la Avenida Kirchner 952; un galpón con domicilio en Maca Taibo 740, y la casa de la madre del ex presidente ubicada sobre la calle 25 de Mayo.
Luego de aquel acuerdo, cada vez que Muñoz llegaba al aeropuerto de Río Gallegos, Manzanares concurría a la pista de aterrizaje, estacionaba su auto junto al avión y cargaba los bolsos o valijas en el baúl. En algunas oportunidades, iban hasta la casa donde vivía la madre de Kirchner, María Juana Ostoic Dragnic, fallecida en el 2013.
Desde allí iban la oficina que se había puesto a nombre de Roberto Sosa, donde Muñoz dejaba una mochila o bolso en el armario. Cada mochila contenía unos 2 millones de dólares. Manzanares realizó esa dinámica entre cinco o seis veces hasta que le contó a a Muñoz su temor por un posible robo, y fue reemplazado por Sosa.