Gustavo Obregón, uno de los siete imputados por el caso de Cecilia Strzyzowski, describió la manera en la que se deshicieron del cuerpo de la víctima junto a César Sena, el principal acusado. “Ayúdame a sacar esto, tenemos que ir al campo”, fueron las palabras exactas del hijo del matrimonio piquetero.
La investigación por el presunto femicidio de Cecilia continúa abierta y cada vez son más las pruebas en contra del clan Sena. El testimonio del confidente de la familia imputada fue clave para que la Fiscalía pudiera avanzar en la causa.
El viernes 2 de junio alrededor de las 17:30 horas, el trabajador de los Sena le mandó un mensaje a Marcela Acuña en el que decía: “Sí señora, parece que hay un cuerpo”. Esta respuesta fue después de que la dirigente social le pidiera que se acercara a Santa María de Oro 1460, en la ciudad de Resistencia, para verificar si había un bulto en su casa.
Después de escuchar esta declaración, el Equipo Fiscal Especial (EFE) pidió las prisiones preventivas para todos los imputados (César y Emerenciano Sena, Marcela Acuña, Gustavo Melgarejo, Griselda Reinoso, Fabiana González y Gustavo Obregón).
Los empleados del matrimonio cercano al gobernador de la provincia del Chaco están acusados de encubrimiento agravado, mientras que César está imputado por delito de homicidio triplemente agravado y sus padres por homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas en calidad de co-autores.
El momento en el que el ladero de los Sena encontró el cuerpo de Cecilia
Por pedido de su jefa, el viernes 2 de junio, Obregón se dirigió a la casa de los Sena y al revisar una de las habitaciones se encontró con un “bulto”. Entonces, alumbró con la linterna de su celular y allí estaba el cuerpo de Cecilia.
“Salí disparando hacia afuera”, aseguró el imputado por encubrimiento que le confirmó el hallazgo a Acuña. “Que no se entere de esto Emerenciano”, fue la respuesta inmediata de ella.
Con mucho nerviosismo, el trabajador llamó a su pareja, Fabiana González, y le pidió que vaya de manera urgente hasta la casa de sus jefes. Ante la preocupación, ella fue y, con la autorización de la madre del principal sospechoso, volvieron a ingresar a la habitación. Sí. Lo confirmaron: allí estaba el cuerpo de Cecilia envuelto en unas frazadas.
Cerca de las 19 horas, el hijo del piquetero peronista llegó a la casa acompañado de una trabajadora del barrio Emerenciano y le pidió Obregón que la llevara en su auto. Mientras tanto, Fabiana fue a hablar con su jefa personalmente.
El ladero cumplió con la orden de César y regresó a la casa rápidamente. “Ahí César me dice: ‘Gusti, ayudame a sacar esto, tenemos que ir al campo’”, reveló el colaborador de la familia. “Yo le contesto que no, porque estaba muy asustado y nervioso”, agregó.
El exmarido de Cecilia le pidió a su hombre de confianza que llevara la basura que estaba atrás. Fue así que cargaron bidones vacíos en el auto del esposo de González y cuando subieron el ‘bulto’ a la caja de la camioneta de César se les dificultó porque el cuerpo estaba ‘”duro”.
Un vehículo detrás de otro para llegar a la chanchería. “Andá mirando el camino, diciéndome si no hay moros en la costa”, fue el pedido del joven de 19 años a Obregón en la llamada telefónica que tuvieron durante el trayecto.
El cuerpo de Cecilia fue quemado
A las 20 horas, el joven de 19 años y su empleado llegaron al campo, en donde habían un montón de leñas apiladas, en frente de una virgencita a 150 metros de la casa aproximadamente. César comenzó a quemar todo y durante 40 minutos estuvieron controlando el fuego.
En un momento, Obregón quedó solo y pudo notar que el hijo de los dirigentes estaba manipulando dos teléfonos. “Vi por la luz nomás, que él escribía en uno y después escribía en otro. Ahí no hay nada de luz, estaba todo oscuro, solamente se veía la luz del fuego y de los celulares”, explicó.
A su vez, Acuña no paraba de llamar a su colaborador, que no podía contestar porque había poca señal en el campo. Finalmente, los hombres salieron del lugar en donde “el fuego que estaba al rojo vivo tenía un olor feo”.
Obregón estaba asustado, pero también tenía respeto ya que su acompañante era el hijo de sus jefes. “César me hablaba tranquilo. No le pregunté nada. Inclusive, me decía para jugar un pool”, aseguró el imputado ante los fiscales.
Finalmente, el 6 de junio a las 14:30 horas Sena y Obregón volvieron al campo para controlar la fogata y, después de pedirle una pala ancha a Melgarejo, juntaron las cenizas que corresponderían al cuerpo de Cecilia y llevaron al Río Tragadero.