El Centro Único Coordinador de Ablación e Implante del Chaco (CUCAI) cumplió 26 años acompañando un trabajo descentralizado del INCUCAI en la provincia para agilizar la dinámica y las posibilidades de trasplantes de órganos, algo que se vio fortalecido con el avance de las leyes y su consecuente ampliación de voluntarios.
“Hace 26 años que se creó el CUCAI, en coincidencia con los dos primeros donantes que hubo en ese diciembre del año 94′, así que es una alegría”, recuerda Cristian Dellera, director del CUCAI-Chaco, en entrevista con Radio Provincia.
Frente a estas más de dos décadas recorridas, el actual director del área recordó que todo comenzó en los años 90 cuando empezaron a trabajar una serie de equipos en todo el interior del país, porque anteriormente estaba todo muy concentrado en CABA, en Córdoba, en Santa Fe y en Rosario. A partir de ahí, se integraban equipos de profesionales que se formaban en todo lo que es el diagnóstico de muerte encefálica, aunque asume que en aquella época “era difícil hablar de donación”.
“En el medio de la diagramación aparece un donante entre el 4 y 5 de diciembre, que se transforma en el primer donante, y acto seguido el segundo donante –ambas víctimas del mismo accidente-”, rememora Dellera, y cuenta que, “así, un 7 de diciembre se concluyen los primeros donantes y se oficializa que estos equipos médicos que participaron son los primeros directores y se crea por decreto el CUCAI Chaco”.
No exento a las dificultades que contrajo la pandemia del coronavirus en el desarrollo de las labores profesionales, Dellera contó que en la provincia durante el confinamiento “la unidad de trasplante no tuvo donantes”.
“Se confeccionaron nuevos protocolos en el INCUCAI que trataban al máximo la bioseguridad para el donante”, indicó, y agregó que eran cuestiones “estrictas, que no sólo se limitaban a obtener una PCR del donante sino todo un examen y una validación de los antecedentes de la familia como del lugar donde estaba internado, si es que había casos positivos u otras cuestiones”.
Si bien esta situación explica que provocó que “la cantidad de donantes sea más chica”, asegura que “los trasplantes se siguieron realizando, pero se tenía prioridad los pacientes en emergencia y con órganos prácticamente idénticos con un 99,9% de compatibilidad”. “Muchas veces era más el riesgo del trasplante que mantener en una lista de espera a quien no estaban en emergencia”, precisó.