Laura Inés Alcalá es Profesora Titular de Desarrollo Urbano II de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNNE y es investigadora del CONICET en el IIDTHH. Propone consolidar un nuevo paradigma basado en el reconocimiento y el respeto de las dinámicas y rasgos esenciales de los “territorios del agua” donde se asientan ciudades como Corrientes y Resistencia. “Hasta el presente predominaron las prácticas de urbanización que tendieron por un lado a ganarle territorios al agua y por el otro, a proteger las áreas urbanizadas de las crecientes periódicas de los ríos”, ese es el diagnóstico puntual y conciso de la arquitecta Laura Inés Alcalá, cuando analiza cómo se desarrolló el Gran Resistencia a lo largo del río Negro y dentro del valle de inundación del río Paraná. La experta en urbanismo propone consolidar un nuevo paradigma basado en el reconocimiento y el “respeto de las dinámicas y rasgos esenciales de la naturaleza de los que denomina, territorios del agua” donde se asientan ciudades como las nuestras.
En Resistencia, como en otras de la región, los cursos de agua, como los ríos y arroyos; los reservorios, como los humedales y las lagunas; fueron en general considerados como accidentes o imprevistos a superar en la planicie disponible, para avanzar con el progreso y la urbanización como si el territorio fuese una hoja en blanco. Bajo esta misma lógica, en momentos críticos por crecidas de ríos y de lluvias intensas, se consolidaron los “idearios acerca de la necesidad de levantar grandes obras de defensas, de canalización y de derivación”. Sin embargo, estas grandes y costosas infraestructuras sistemáticamente quedan obsoletas frente al crecimiento real de la ciudad” y por otro lado, introducen nuevas condiciones de riesgo: las inundaciones por lluvias.
Una de las prácticas cuestionadas por la profesional para continuar con la urbanización sin respetar la característica del territorio de la ciudad de Resistencia, es la de “ganar territorio al agua mediante la reducción sistemática de la superficie de las lagunas, es decir, avanzando sobre el territorio natural de fluctuación de los niveles de agua y la interrupción de las interconexiones que originalmente tenía el sistema lacustre del río Negro, y que permitía el escurrimiento y la renovación de las aguas, rellenando para producir suelo edificable y extender calles”.
En los últimos años, a estas prácticas se añadieron cambios en las normativas que regula tanto la Administración Provincial del Agua y como el Municipio de Resistencia que preocupan por sus consecuencias a la doctora Alcalá. Con el respaldo de sus años de investigación en el tema, la arquitecta Alcalá se manifestó públicamente alertando sobre las consecuencias hídricas de emprendimientos inmobiliarios como el que estará emplazado en el predio de la Laguna Francia (Avenida Italia y Montaner), uno de los reservorios de agua emblemáticos de la ciudad de Resistencia.
“La nueva obra modificará la capacidad de reservorio de la laguna y de absorción de los terrenos adyacentes, agravando las condiciones generadas por las transformaciones sucesivas que ya tuvo la cuenca de las Lagunas Francia-Los Teros, expresó Alcalá. Lejos de ser un caso aislado quizás la relevancia que en los últimos días tuvo este caso obedece a que pone de manifiesto las consecuencias a las que da lugar el cambio en las cotas de líneas de ribera introducidas por la Administración Provincial del Agua en 2017 y la reciente Ordenanza Municipal N12926, al permitir ocupar y densificar áreas donde claramente debiera prevalecer el criterio de no incrementar los impactos hídricos y ambientales.
“La idea de progreso debe estar vinculada a urbanizaciones que priorizan el Interés colectivo y la sustentabilidad en el tiempo del espacio que habitamos, por lo tanto respetuosas de los territorios del agua”. En su idea de recalcar el respeto de los reservorios de agua en las ciudades, Alcalá explica que debe tenerse en cuenta que cada laguna es el espacio de reservorio de una cuenca que abarca un territorio mucho mayor, por ejemplo la Laguna Francia tiene una cuenca de aporte de 94 hectáreas de la ciudad. En el área metropolitana del Gran Resistencia, las calles inundadas o los barrios que quedan aislados cada vez que llueve ponen en evidencia la presencia de cuencas que siguen existiendo a pesar de haber sido desconocidas por la urbanización.
“No solo el mercado tensiona el crecimiento hacia las áreas más vulnerables dado su cada vez más codiciado valor paisajístico, sino que el mismo Estado toma decisiones contradictorias que contribuyen a confundir a la opinión pública y socavar el criterio de orientar el desarrollo urbano hacia las zonas más altas y de hacer prevalecer el interés colectivo”. Para concluir, la arquitecta Alcalá remarcó que el futuro del Area Metropolitana del Gran Resistencia –y de gran parte de las ciudades del Río de la Plata- se debate “entre dar continuidad a prácticas que histórica y sistemáticamente han alterado los sistemas naturales de drenaje o, avanzar hacia formas de urbanización respetuosas de la naturaleza del territorio”.