La pandemia fue una sacudida muy fuerte para todo el mundo. Desde que se anunció el confinamiento en Argentina, Antonella Tamayo y Gastón Vargas tuvieron que hacerle frente a la adversidad, ya que se quedaron sin trabajo y tenían cuatro niños pequeños. Empezaron vendiendo tortas fritas en una esquina de Comodoro Rivadavia y dos años después el negocio creció y ahora ofrecen servicio de delivery.
Hace casi dos años, Antonella y Gastón se pararon en la esquina de Rawson y Alvear en Comodoro Rivadavia con un cartel de cartón que decía “Tortas fritas y rosquitas”. “Empezamos el proyecto con la pandemia porque nos afectó muchísimo económicamente. Mi esposo se quedó sin trabajo en la construcción y tenemos cuatro niños pequeños. Así que nos vimos obligados a salir a buscar algo para llevar el plato de comida a la casa”, contó Antonella a ADNSUR.
La pareja vive en el barrio Máximo Abásolo con sus cuatro hijos de 2, 4, 6 y 11 años. “Mi esposo viene conmigo. A veces nos turnamos con el cuidado de los niños, pero la mayoría de las veces venimos juntos”, dijo Antonella.
Desde hace dos años, de lunes a sábados, por la tarde se instalan en la esquina chubutense ofreciendo tortas fritas y rosquitas con azúcar, budines, pan casero, prepizzas, escabeches de berenjena y mondongo. Antonella reconoció que se hicieron conocidos e incluso tienen clientes que “les dan una manito” comprándoles o dándoles algo de ropa para sus hijos.
La pareja comenzó a ofrecer un sistema de “delivery” de sus productos. Según contaron, utilizan el colectivo para no perder las ventas. Antonella agradeció a todos los que les compraron alguno de sus productos e invitó a quienes no lo hicieron a deleitarse con sus panes y rosquitas.