Productores Unidos le contestó a la Fiscalía, que defiende el principio precautorio: “Tristes son los ‘Y por las dudas’”

La Fiscal Carolina Castellano manifestó que “En caso de duda, hay que anticiparse al daño”. Y los dueños de los campos de la periferia sentenciaron en un comunicado: “Hoy la ciencia ‘gritó' con la contundencia de la palabra reflexiva y abarcativa”.

Productores Unidos le contestó a la Fiscalía, que defiende el principio precautorio: “Tristes son los ‘Y por las dudas’”
Productores Unidos en la histórica audiencia pública en los tribunales de Rafaela sobre la ordenanza de agroquímicos

La histórica jornada de la audiencia pública en los tribunales de Rafaela, en el marco del recurso impuesto por las entidades ambientalistas ADAPA y Amigos de la vida en contra de la aplicación del artículo 4° de la ordenanza 5331, que regula la aplicación de agroquímicos -en particular, los de base biológica- sigue generando repercusiones. Y es que, luego de algunas declaraciones de la fiscal Carolina Castellano, salieron los Productores Unidos a contestarle.

En declaraciones al Diario Castellanos, la mujer del Ministerio Público de la Acusación indicó: “Analizamos que se trataba de intereses generales de la sociedad y estaba comprometido el medio ambiente. Se hizo una evaluación y se solicitó presentarse como parte en el juicio. Para la parte actora puede haber problemas en la salud como alergias crónicas, cancerígenos, problemas renales y de la eco-toxicidad como la flora, la fauna, el medio ambiente, los invertebrados. Por otro lado, no hay una certeza absoluta en una ciencia acabada de que no se produzcan daños. Hay un principio precautorio que, en caso de duda, hay que anticiparse al daño, a favor del ecosistema. Hay una causa que llegó a la Corte que, cuando no hay certeza absoluta, siempre se está a favor del medio ambiente”.

Luego de esto, Productores Unidos, la asociación civil que une a los dueños de los campos de la periferia, emitieron un comunicado, en donde dejaron en claro que, desde su punto de vista, el aporte científico del Senasa y del INTA fueron contundentes a su favor.

A continuación, el communicado completo titulado “La contundencia de la ciencia de la verdad”:

Parece una forma particular y hasta redundante clasificar la verdad desde el saber científico, pero en este caso resulta por demás pertinente dada su contundencia. La verdad es o no lo es, sin caer en el falso e inadmisible “depende de quién lo diga o con qué biblioteca se la analice”. Peor aún sería negociar semejante máxima que guía nuestro espíritu cívico legal hablando de escala de grises o matices, hablando de dudas, hablando de trillados “Y por las dudas”. Tristes son los “Y por las dudas” que hicieron de la temeridad infundada el cobijo de aletargados procesos evolutivos superadores y seguros, dada su innovación, y visionariamente destinados a la preservación de lo que heredamos para que otros lo hereden. “Y por las dudas” se astilla hasta quebrarse sin más si esa misma pretendida duda es zanjeada por la certidumbre, la convicción en el cumplimiento de la ley y la historia en el ejemplificado obrar. Las dudas quedan al margen cuando la certeza se impone, cuando las intenciones desdibujas se ponen en evidencia, cuando la contundencia de la ciencia significa la base irrefutable sobre lo que se dice, se hace, se legisla, se convalida y en estas instancias, se juzga.

Hoy las únicas entidades habilitadas con el rigor técnico y científico que la misma ley nacional otorga como únicos garantes de los procesos de evaluación, aprobación, convalidación y clasificación de productos fitosanitarios orgánicos y biológicos, entre otros; y de su puesta en praxis a través de la investigación y asesoramiento especializado son SENASA e INTA. Y estas instituciones hablaron con la contundencia que da un carácter superlativo y garantido en el cumplimiento de principios de la proba e irrefutable profesionalidad que por mandato jurídico y de responsabilidad con la sociedad y el ambiente les cabe. El resto es opinión bañada de endebles y voluntaristas “y por las dudas”. No señores, las dudas nunca debieron formar parte de este proceso. Este proceso nunca debió formar parte de la historia de esta ordenanza. Y menos aún de su presente y futuro. Esta ordenanza nunca debió haber sido emparentada siquiera con las antípodas de lo que la verdad representa.

Hoy la ciencia “gritó” con la contundencia de la palabra reflexiva y abarcativa, localmente en un amplio podio de voces probas e irrefutables, representadas por el Ing. Agr. Leandro Roggero (SENASA Rafaela), el Ing. Agr. Jorge Villar (INTA Rafaela), el Ing. Agr. Luis Carrancio (INTA Oliveros), y vía Zoom del Supervisor Técnico del Área de Registros de Productos Fitosanitarios y Fertilizantes Biológicos de SENASA, Ing. Agr. Sebastián Gómez, máximo referente en la temática nodal observada. Ellos fueron la voz de la Ciencia. Ellos fueron la voz de la Verdad. Trajeron blanco sobre grises los aspectos y terminologías que deben utilizarse y sobre cuyos principios debe actuarse, guiándose no por diccionarios hogareños, sino por manuales técnicos, científicos y registrales convalidados internacionalmente para el ejercicio de sus funciones.

Mientras tanto, el complemento de la palabra y la expresión de todos los de a pie que formamos parte de la audiencia fueron por demás de “interesantes”, ya que todas traslucieron sus reales intenciones y en algunos casos desdibujados intereses. Deteniéndonos en este término como el mero recorrer de posturas que bien pueden ser teñidas de visiones particulares de quienes demandan, de quienes son demandados y hasta de quienes de buena fe obran desde el percibir simplemente voluntarista. También puede tildarse de intencionadas las apreciaciones de este grupo de productores como “parte interesada”. Pues claro que lo somos. Somos quienes ponemos la tierra de nuestros abuelos para que sobre ellas muchos infieran, dictaminen qué hacer y qué no hacer, e incluso que sobre las manos que las laborean, prejuzguen.

Nosotros somos los primeros ambientalistas con nuestros propios recursos. Generaciones de trabajadores del campo que preservamos nuestras manos, las de nuestros hijos, de nuestros empleados, de sus vecinos y los de más allá. Las manos de todos. Los que trabajamos para ver que esas mismas manos hagan CON la naturaleza y no DE la naturaleza el lugar para hacer más alimentos honrándola, cultivándola y cuidándola.

Hoy todos, sin excepciones, nos sentamos de un lado y del otro del estrado para aprender de quienes saben y dieron su máxima lección. Si sobre productos orgánicos y biológicos se trata, la contundencia de la verdad hoy tiene como garante en sus cimientos a la ciencia, y no a la opinión. A la certeza y no a la duda, por lo tanto de la CIENCIA DE LA VERDAD nada ni nadie se escapa, ni las malas intenciones. La Ciencia de la Verdad nos inquirió a nosotros como espectadores ¿Estamos a la honrada altura en el pensar para reconocer esto? ¿Somos realmente conscientes que cuando alguien sabe más no es que sea mejor o parcial sino simplemente que puede ayudarnos a todos de mejor manera? ¿Tenemos la convicción que sin guía, ni ley, ni saber no hay reglas claras por producir, cuidar y multiplicar por el bien de todos?

Para el campo y para todo habitante que quiera referirse a lo que en él cada día se hace o deja de hacer, las voces habilitadas son SENASA e INTA y todos tenemos la obligación no solo de escucharlas sino de actuar en consecuencia. Hoy hicimos lo primero. Una firma nos separa de lo segundo.