Rodrigo Aristimuño fue elegido el pasado 22 de octubre como el nuevo Intendente de Coronel Rosales. Más de 12 mil rosaleños confiaron en él para que gobierne el distrito por los próximos 4 años. Sacó 16 puntos más que Massa y 14 más que Kicillof. El mensaje es claro, muchos vecinos depositaron en él esperanzas para lo que viene.
Más allá de la lectura política y la frialdad numérica detrás de la boleta electoral hay una historia; un ser humano. Un pasado en el barrio Göttling, una dura historia familiar, un pibe que estudio una carrera y la dejó y un hombre que, a los 39 años, será la máxima autoridad de Coronel Rosales y permitió que el peronismo vuelva al poder tras dos décadas. En diálogo con Vía Punta Alta, dejó ver a ese que fue, para ser quien hoy es.
- ¿Quién es Rodrigo Aristimuño, el nuevo Intendente, más allá de los roles que le conocemos?
La pregunta lo sorprende: “Si me sacas de mi rol, tengo que decir que soy un laburante, con muchos años en Puerto Rosales, lugar que amo. Soy el papá de Paulina, el hijo de “Chiny” (María del Carmen Frascino) y un vecino más que es muy amigo de sus amigos, contados con los dedos de una mano.
- ¿Cómo se forja Rodrigo desde la casa con “Chiny, el barrio y aquellos lugares donde la vida lo fue llevando para ser quien es y llevarlo donde lo llevó?
Se me vienen varias imágenes, podría decirte el Centro de Estudiantes de la secundaria, pero también tengo que decir el barrio Göttling toda la vida. En 25 de mayo de mayo al 2000 mi vieja, mis abuelos maternos (Felisa Benenatti y Alejandro Frascino) a los que le debo todo en Roca al 2000; que es donde vivo ahora. Mi Escuela 8 y la Media 2, de la que soy segunda Promoción del Polimodal. Soy hijo de la crisis de principios de los 2000 por lo que a los 18 años tuve que laburar.
“El Göttling”, sigue siendo su lugar. “Es el mejor barrio del mundo”, afirma entre risas y lo justifica diciendo que quienes crecen allí se quedan en sus calles. “Está buenísimo. Nos conocemos todos, es tranquilo, con una plaza hermosa. Tengo los mejores recuerdos de mi infancia ahí”, dice. “Es caminar de la casa de mi vieja a lo de mis abuelos tocar dos timbres y que él me abriera sabiendo que era yo”, agrega.
Los comienzos trabajando lo llevaron a los ciber tan característicos de aquellos años y a estudiar ingeniería, además de hacer diseños web. Allí conoció a Miguel Sánchez y Roberto Luayza, hombre vinculados por entonces a la actividad portuaria. Desde esos trabajos en el universo internet trabajó para México, Perú y España. “Y me pude comprar mi primer autito”, recuerda.
Las rutas de la vida lo llevaron a la Armada Argentina, donde hizo el PSP y obtuvo la especialidad de electricista que la eligió porque su hermanastro también la tenía. Pero se fue.
- ¿Te fuiste o te fueron?
- Me Fui, no me gustó. La pasé re bien, pero me fui y empecé la carrera contabilidad que quedó trunca. Terminé el PSP, salí de la ESSA tomé un helado en calle 25 de mayo y me aparecí en la casa de mi mamá. Al otro fin de semana, de Pascuas, nos fuimos con mi novia de entonces a buscar “pilchas” a Buenos Aires para vender. Otra vez a empezar.
Ya trabajando en Puerto Rosales, el 2014 marcó otra decisión de vida importante. “Mis tíos deciden vender la casa de mis abuelos y ahí hablo con ellos y mi mamá ella me cede su parte y pude quedarme con la casa de mis abuelos, que la mantengo con la misma distribución de cuando ellos vivían”, el arraigo al barrio y la familia,
Esos abuelos son determinantes en la historia de Aristimuño. “Me salvaron la vida”, reconoce. Ellos fueron quienes le ofrecieron hogar cuando Rodrigo, de adolescente, decidió mudarse a su casa. “Mi papá quedo ciego cuando yo era muy chico, mi vieja es quien le dona un riñon y ellos pasaban mucho tiempo en Buenos Aires, por lo que yo me quedaba en casa de mis abuelos”. cuenta.
En esos tiempos un nuevo golpe lo esperaba. En un accidente falleció su padre, Blas Alberto Aristimuño porque el conductor del ómnibus en el que volvía con su esposa se quedó dormido. A causa de ese siniestro María del Carmen Frascino “estuvo muy mal durante mucho tiempo y esos días lo pasé con mis abuelos, algo que se extendió a mi adolescencia porque había otro tipo de problemas en casa”.
El colegio secundario no pasa desapercibido para nadie. En el caso del futuro Intendente no es la excepción. “Fui abanderado y mejor promedio”, dice sin evitar las risas. Tengo grandes recuerdos, compañeros y amigos de aquellos años.
“Me gustaba estudiar, siempre fui aplicadito”, afirma a la vez que reconoce ser una “ojota” para el deporte que se limitó a algún picadito si, en la plaza del Göttling.
“Nunca fui a hacer ningún deporte, porque además no veo, tengo miopía y astigmatismo”.
- ¿Cómo te llevas con eso? Es difícil siendo chico tener esos problemas.
- Normal, desde los 6 años tengo problemas en la visión. Me decían ojitos cuando era chico pero la verdad es que no sufrí demasiadas cargadas. Forman parte de mi, no me imagino un Rodrigo sin lentes, me acompañan desde primer grado de la primaria.
La vida pasa y la política comenzó a “picarle” en aquella participación en el Centro de Estudiantes. “El primer acercamiento es con Néstor Kirchner y un libro de economía de Juan Carlos De Pablo, “que no es muy del palo que digamos”, indica Aristimuño.
" Yo estaba en el Sindicato y en el año 2010 asume como delegado portuario el “Vasco”, Jorge Izarra al que le di una mano en la campaña 2011. Si bien nunca fue mi terminal política en él vi lo que es estar pendiente del otro para solucionar un problema. Ahí empecé a entender lo que es estar pendiente de solucionar los problemas de otros y creo de verdad que la política es una herramienta para solucionar la vida de la gente”.
Más cerca en el tiempo aparece otro Rodrigo, Sartori. “Con él y Gustavo Mazaferro desde la Mesa Sindical comenzamos un camino de compañeros y amigos”.
Ser candidato en una tierra habitualmente no peronista como Coronel Rosales es un peso extra. “Con gestión logramos mejorar la reputación que nos pegaron aquellos que no hicieron las cosas bien nuestro espacio y no nos sumaron nada. Le demostramos a la gente que el justicialismo los incluye en la transformación, eso fue lo que mostramos en el Puerto”.
Los días por venir lo encontrarán en el sillón de las grandes decisiones para Coronel Rosales.
- ¿Quién te va a sostener para que no pierdas el eje y sobrellevar todo lo que implica en cargo, que por definición es un combo explosivo y una carga pesada?
- Lo primero que hay que hacer es no comerte la curva de que sos vos, sino el cargo. Los honores son para el Intendente, no para la persona. Eso es soberbia. Ojalá todos tuvieran una Paula Bermejo o un Rodrigo Sartori para contención como es mi caso, porque ellos están siempre en la gestión y uno duerme tranquilo. También hay que estar preparado para la crítica y no cortar el contacto con la gente. porque terminados los cuatro años uno vuelve a ser vecino.
En esos oasis de paz que tan necesario son, y lo serán aún más durante los próximos años, aparece Pauli. “Vivo solo pero mi hija Pauli de viernes a domingo está conmigo, banca un montón y para mi es todo aunque no sepa lo que es irse de vacaciones conmigo”.
- No vas de vacaciones ¿Por qué? ¿Te llevas mal con el ocio?
- Sí, me siento mal si no soy productivo, es horrible que lo diga. Pero hasta el domingo me levanto y voy a la oficina, a acomodar a firmar.
- ¨¿Pero no ves una serie, algo?
- No
- Me vas a decir que no viste el Mundial...
- Si... pero uno lo vimos en la Sala de Reuniones del Puerto. (jaja).
- Ahora que Pauli tiene casi 13 años, no te arrepentis de haberte salteado momentos de ella?, ¿Te genera culpa, te lo perdonas?.
- Si, aunque lo hablo como mucho con ella que tiene una madre que es la mejor persona del mundo y es la que suple mi déficit. Mi hija, que si es bien no es hija biológica, es quien vino a salvarme.
La adopción, la vida con su madre y el recuerdo de papá
Aristimuño, como contó en la entrevista, es adoptado. “Nunca quise saber nada de mis padres biológicos”, afirma. Esa historia de vida ahora lo pone del otro lado de la historia. Adoptar a Pauli.
“Surgió de una forma medio rara. Volví de hacer una compra de algo que me había pedido ella y me dijo: ‘Que buen equipo que hacemos, papá”.
“Entonces le dije, ¿Queres que te adopte?, y ella me dijo: ‘Sí'”, así surgió la adopción de Pauli.
Pese a estar separado de la madre de su hija, el vínculo elegido se fortalece siempre. “A veces son mucho mas grosos que los sanguíneos”, aseguro Aristimuño.
Al hablar de se madre y recordar a su padre abre la puerta a las emociones íntimas.
“Mi vieja tuvo un gran gesto de amor hacia mi papá al donarle un riñon, y si bien ella rehízo su vida, al hablar de mi viejo se le llenan los ojos de lágrimas, eso me moviliza”, cuenta.
La muerte de Blas sucedió cuando él era muy chico. “Me encantaría que esté. hace poco me animé a tatuarme unas montañas porque él escalaba y hace muy poco tiempo esparcí sus cenizas en Sierra de la Ventana. Fue un tipazo, muy recordado por sus amigos aún hoy”.
“La vida desde chico me acostumbró a las pérdidas. Mi viejo, un ahijado que para mí era como un hijo, mis abuelos. No digo que eso te hace mas fuerte, sino que simplemente te acostumbra y te forma una personalidad”.
Lo que viene
- ¿Qué esperas a partir del 10 de diciembre?
- Espero que vean que me voy a romper el ‘alma’, para transformar la ciudad en serio. Salí de mi zona de confort, que es el Puerto, donde estoy muy tranquilo para tomar un hermoso desafío de hacer cosas importantes para mejorar la vida de los vecinos con mucha humildad porque la expectativa es muy grande. Un ratito nos dieron la llave y el derecho de laburar para ellos, y tenemos que honrar esa tarea, finalizó.