Con el inicio de la presidencia del liberal libertario Javier Milei, los argentinos nos adentramos en un terreno completamente desconocido. Es un cambio de era en el que cualquier intento por vislumbrar el futuro constituye una apuesta de alto riesgo, tanto para los esperanzados como para los más pesimistas.
La única certeza tiene que ver con la acuciante crisis económica, y Milei encontró allí una razón de ser, los argumentos para sentar las bases de su impredecible cruzada. Y lo hizo con una suerte de relato de la catástrofe, con diagnósticos por momentos extremos, para convocar y pedir sacrificios en un país con 44,7% de pobres, según los últimos números de la Universidad Católica Argentina (UCA).
“Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen en este desafío”, apeló el flamante Presidente luego de advertir que la herencia que recibe es la “peor” porque, calculó, incluye “una inflación plantada del 15 mil por ciento anual”.
Su llamado es justamente un salto de fe que atrae a una mayoría agobiada con la forma de hacer política que predominó en los últimos años y que se ajustó a los caprichos de la grieta.
“Motosierra”, “Motosierra”, corearon quienes se acercaron el domingo al Congreso de la Nación para escuchar su primer discurso como Presidente. Claro, lo hicieron convencidos de que el ajuste, de cinco puntos del producto interno bruto que emprenderá Milei recaerá sobre el Estado y no sobre el sector privado.
En rigor, no existen referencias alentadoras ante el sombrío panorama y los daños colaterales del shock, más allá de la promesa de encontrar la luz al final del túnel. Milei decidió demorar sus anuncios y optó por mantener la incertidumbre, tal vez atento a la frágil y también inédita situación que afronta para construir los necesarios consensos políticos. Es que quedó atrás su etapa de outsider, que lo catapultó como un fenómeno electoral y que le permitió en apenas tres años imponerse incluso por encima de las estructuras partidarias.
Ahora Milei deberá demostrar que cuenta con pericia suficiente para moverse en las aguas de la política que tanto denostó y apremiado por la crucial cuenta regresiva asociada con el ánimo social, porque en este clima de hastío no sobra tiempo para demostrar que efectivamente llegó para iniciar la reconstrucción de la Argentina hacia un camino de paz, prosperidad, crecimiento y desarrollo.