El sexto mes del año está a punto de terminar y en otros seis más podrás decir que ya pasaron 2 años del comienzo del 2020. El año en que todo cambió de verdad.
En cuanto a si las personas aprendimos algo o no de todo lo que está sucediendo, no sé si hay manera de poderlo juzgar. Solo puedo decirte que las cosa cambiaron y no paran de cambiar.
Que hace más de un año que dudamos antes de dar un beso o un abrazo.
Que el barbijo se volvió un accesorio esencial para salir a pasear.
Que ya no se puede ir venir como si nada.
Que, en estos tiempos, más que nunca, se necesita de la paciencia y resiliencia para poder continuar.
Pasaron 6 meses del 2021 y en otros seis vamos a recibir un año más.
No sé qué metas te planteaste a principio de año, pero ojalá que hayas podido acercarte a ellas o las hayas cumplido.
Que en lo que va del año, más allá de las caídas y los tropiezos, hayas tenido razones para festejar.
Hoy solo quiero acercarte esta reflexión sobre el paso del tiempo y la extrema necesidad de prestar atención a qué es lo que querés y qué es lo que necesitás.
Que no hay tiempo que perder en esforzarte por ser o hacer lo que no te hace feliz.
Como tampoco podés permitirte esperar a que las cosas mejoren para luchar por tu felicidad. Y no te hablo de felicidad como cosas materiales, sino como la mayor decisión personal. Felicidad en el sentido de elegir dejar de mirar tanto el lado vacío del vaso y empezar a agradecer y valorar.
De preocuparte por vos y no tanto por qué es lo que puedan ver u opinar los demás.
Por dejar de buscar en cosas costosas o inalcanzables y aprender a disfrutar de lo más simple y cotidiano.
Felicidad como permitirte ser tu versión más auténtica sin miedo ni castigo por no cumplir con lo que les gustaría al resto de la sociedad.
Junio se está yendo, y julio está esperando para entrar. El sexto mes del año es el mes del Orgullo a nivel internacional, y ¿qué mejor manera de honrarlo que preguntándote qué estás esperando para permitirte llevar tu vida como vos querés? ¿para dejar de preocuparte tanto por lo que les gustaría a los demás?
Si hay algo que aprender de todo esto es que el tiempo pasa y ya.
Que el reloj jamás se detiene por muy duras que se pongan las cosas.
Y que no podemos esperar a que nos toque una buena mano para empezar a jugar de verdad.
Pues, la vida no se trata de contar con las mejores cartas, sino de intentar sacar la mejor partida con las que nos tocaron.
De jugar cada mano como si fuera la última.
Porque esa es la única verdad.
Que en cada minuto nos lo estamos jugando todo.
No esperes más.
Tenelo en cuenta para los meses que están por llegar.