Diciembre es sinónimo de pan dulce y de la guerra que se genera alrededor de quienes lo aman, o lo odian. No hay grises, te gusta o no te gusta. Lo mismo pasa respecto a las variedades: con o sin frutas abrillantadas, con chocolate, con frutos secos o con las variedades que se fueron inventando en los últimos años como los rellenos de dulce de leche o Nutella.
Sin dudas es el emprendimiento estrella de esta época, como ocurre con los huevos de Pascua en marzo o abril. En las fiestas de Navidad y Año Nuevo, no falta el pan dulce en la mesa de los argentinos y se convierte todos los años en una oportunidad para aquellos que buscan sumar un ingreso a sus hogares, haciéndolos caseros.
Existen quienes los anexan a sus emprendimientos de pastelería o cocina, o siemplemente aquellos que incursionan en algo nuevo, aprovechando que es un producto buscado en esta época del año. Ese es el caso de Sonia Alfaro de Godoy Cruz, de las primas Carina Rivas y Gabriela Martín de Maipú, y de Denise Amarfil de Guaymallén.
Estas mujeres optaron por elaborar pan dulce en sus hogares, para luego venderlos entre sus conocidos o a sus clientes que las siguen desde hace tiempo.
Un pan dulce casero cuesta entre 200 y 350 pesos, dependiedo del tamaño, la cobertura y del relleno. Y, según la palabra de las emprendedoras, son muy pedidos, es un producto que tiene salida y muchos los prefieren por sobre los industrializados.
Nuevos desafíos
Sonia Alfaro es repostera desde hace 27 años, y todo lo hace por instinto, ya que nunca estudió cocina. Ella es conocida gracias a sus clientes, ya que se maneja a la vieja escuela, con el “boca en boca” y no tiene nada publicado en redes.
“Nunca estudié, aprendí de oído como se dice. Para mí es un arte, le pongo mucho empeño y me encanta. Empecé haciendo huevos de Pascua y tengo mi clientela fija que saben que los hago. Además, también vendo bombones, tortas y tartas, y este año sumé el pan dulce”, contó Sonia a Vía Mendoza.
“Al principio no me animaba pero este año me decidí a hacerlo. Primero porque es una buena salida laboral y porque hay gustos para todo. Es una masa que lleva mucho trabajo, pero lo hago con amor. Me gusta indagar en cosas nuevas”, resaltó la repostera.
Alfaro hizo los primeros panes a principios de diciembre para su familia, y les mandó fotos a sus clientes fijos. “Indagué en cómo hacerlos y tuve suerte porque gustaron bastante. Mandé las fotos a mis clientes y me empezaron a encargar. Es más, no les había puesto ni precio”, contó la mujer con asombro.
Con el correr de los días fue sumando encargos y ya tiene varios para la previa de Navidad. Según contó, sus clientes le piden mucho los de frutos secos, o la combinación de estos con otras frutas”.
Además, resaltó que quienes la siguen desde hace tiempo saben qué tipo de productos utiliza, y pagan por ello. “Los ingredientes van teniendo su costo. Por ejemplo trabajo con manteca, no con margarina. Las nueces mariposa, que son más caras pero menos amargas y con cerezas, no guindinas. Las personas que me compran saben qué les vendo”, indicó.
Una oportunidad de trabajo
Carina Rivas y su prima Gabriela Martín son empleadas domésticas, y con la pandemia perdieron la mayoría de sus trabajos, por lo que fueron probando diferentes alternativas para ganar dinero. En noviembre, optaron por hacer pan dulce por primera vez y se sorprendieron con las ventas.
“Es la primera vez que hago pan dulces, y fue por necesidad económica. Me quedé si trabajo cuando arrancó la pandemia. Trabajaba en servicio doméstico y en un centro cultural y mis trabajos se vieron truncados por el aislamiento obligatorio”. Además, es peluquera y hace trabajos a domicilio: “Todo lo que sirva para ayudarme a tener bienestar económico, lo hago”, expresó Carina.
“Al principio hicimos empanadas y nos iba muy bien, pero después muchos empezaron a hacer lo mismo y bajaron las ventas. Fui buscando qué hacer y me incliné por las cosas dulces. Ahora, optamos por esto que es algo que tiene buena salida por las Fiestas”, dijo Rivas.
La emprendedora considera que la gente elige el pan dulce casero porque “muchas veces es de mejor calidad y son más ricos que los industrializados. El sabor, la textura y lo que lleva adentro es diferente”.
La receta de la abuela
Denise Amarfil es agente sanitario y trabaja en la Municipalidad de Guaymallén. Y en su tiempo libre, principalmente el fin de semana, se dedica a su emprendimiento ”Cocina de amor”.
“La idea de hacer pan dulce surgió hace dos años para las Fiestas y se me ocurrió porque es un microemprendimiento que sí o sí sale. Hoy en día la presentación es lo que hace que vendamos el pan. Está dura la situación en pandemia”, comentó Denise.
“Lo casero, sin conservantes, sale mucho. La gente prefiere pagar un poco menos o un poco más, pero sabe a quién se lo compra, o que puede tener un pan dulce cinco días en una bolsa, que no se va a secar”, agregó la joven.
Si bien ama cocinar, no le gusta la repostería. Sin embargo, eligió hacer pan dulce porque es una receta que le enseñó su abuela cuando tenía 12 años. “Los fui remixando. He hecho de colores, y no sólo para Navidad y Año Nuevo, también me han pedido en abril y en agosto”, reveló la emprendedora.
“Mi abuela falleció hace tres años y me gusta recordarla haciendo lo que más le gustaba a ella. También hago cosas saladas, y todo es enseñanza de ella”, recordó con emoción. Y resaltó el lema de su cocina es: “Cocinar con amor alimenta el alma”.
Denise hace tres tipos de panes: uno con chips y baño de chocolate, otro con frutas abrillantadas y baño de chocolate blanco, y uno sin frutas con sabor a vainilla. Además, hace algunos personalizados de colores o con rellenos que los clientes le piden.