El hospital Central volvió a marcar un antes y un después en la salud pública de Argentina, con la participación de 40 profesionales llevó a cabo el primer trasplante combinado de corazón y riñón.
Es el primero de los hospitales mendocinos que pudo concretarlo y así sumó una compleja intervención más a su historial de alta calidad: realizó cinco trasplantes de corazón y es uno de los seis hospitales estatales de Argentina con capacidad para hacerlo.
Además desde la década del 70 el Central fue el segundo hospital del interior del país (entre públicos y privados) que concretó un trasplante renal.
Entre los aspectos complejos de la intervención quirírgica combinada es que muy pocas veces es requerida. Solo el 2% de los trasplantes cardíacos incluyen el segundo.
“Ya teníamos el equipo entrenado en la provincia para tal efecto y lo bueno es que se ha hecho en el hospital público que viene creciendo, está muy bien posicionado a nivel nacional y muy bien equipado en alta complejidad”, destacó el cardiocirujano Walter Ferrara, jefe del Departamento de Enfermedades Cardiovasculares del nosocomio y subjefe de Trasplante Cardíaco.
El paciente, Javier Castellino de 50 años, es oriundo de Guaymallén y llegó con un estado de salud bastante crítico por lo que fue colocado en lista de emergencia nacional para recibir los órganos. Presentaba una miocardiopatía dilatada de origen idiopático que le ocasionó una insuficiencia renal.
Su esposa Verónica relató que tiene problemas de corazón desde 2009 y estaba con medicación pero el último año su salud se complicó drásticamente. “Descubrimos que era porque su corazón ya no estaba funcionando bien y se había complicado por mal funcionamiento renal”, contó.
Así fue que su vida cambió: hace un año que no puede trabajar (por la falta de aire las actividades se le complicaban) o incluso caminar. La comida le caía mal y tenía mucha retención de líquidos.
Ferrara explicó que la insuficiencia cardíaca se divide en estadíos hasta 4 y Javier llegó con grado 3 a 4, con necesidad de apoyo de oxígeno por falta de aire. Ni bien ingresó tuvo que recibir diálisis diaria porque sus riñones no funcionaban y sostenerlo requirió apoyo de varios servicios.
“Ahora se verá con los controles qué actividades puede retomar. Se integrará al grupo familiar, algo que antes no podía hacer porque por falta de oxígeno estaba acostado, no podía asearse ni caminar y ahora será totalmente autovalido”, subrayó. En definitiva, “se ha reintegrado a la sociedad”, recalcó el profesional.
Procedimiento complejo
La intervención se realizó el 9 de marzo pasado en un procedimiento tan complejo como el caso del paciente y que requirió 41 horas. Se inició el lunes 8 a las 22 cuando desde el Incucai, el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante, se informó que estaban disponibles los órganos, en Viedma, Río Negro.
Inmediatamente se activaron dos equipos: uno que realizaría la ablación y el otro, el trasplante. Ferrara lideró el primero y a las 2 de la madrugada estaba subiéndose a un avión rumbo al Sur, a las 4 estaba en Viedma y a las 5 inició la ablación. “A las 9 ya estaba con el corazón y el riñón en Mendoza; empezamos a esa hora a hacer la intervención y terminamos a las 17”, detalló.
Como en todo trasplante, remarcan que es de vital importancia una organización casi cronometrada. Ferrara agregó que se coordina con equipos de otros lugares del país que van a buscar otros órganos y tenían que encontrarse a la misma hora.
“El corazón necesita ser trasplantado dentro de las cuatro horas mientras que el riñón puede esperar 24”, detalló Sergio Felici, cirujano cardiovascular y jefe del Programa de Trasplante Cardíaco. Destacó que se trata de dos trasplantes en un mismo paciente y eso le da más complejidad.
Se hace primero el cardíaco y luego el renal, pero intervienen dos equipos diferentes. La primera instancia requirió seis horas y la segunda cuatro, por lo que el paciente estuvo 12 horas en el quirófano.
El médico destacó la intervención coordinada de varios servicios del efector. “Participan más de 40 personas en forma directa, médicos cirujanos cardiovasculares, cardiólogos, anestesistas, urólogos y nefrólogos; también instrumentadoras, técnicos en anestesia, kinesiólogos, enfermeros y todo el personal de apoyo de las demás especialidades médicas que se requieran”, detalló Felici.
Este texto fue publicado originalmente por Los Andes. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.