Andrés Parreño, tiene 40 años y es chofer de colectivo, vive en Merlo provincia de Buenos Aires. Está casado y tiene tres hijos, dos mellizos de 13 años y una nena de 5.
El hombre conoció Mendoza gracias a su mamá. La mujer se mudó de Buenos Aires a nuestra provincia a los 8 años, sola y sin familia llegó en tren. Cuando llego a la tierra del sol y del buen vino se encontró con un grupo de monjas que la acogió hasta que encontraron a la familia.
La mamá de Andrés decidió quedarse en el convento y hacer la escuela ahí. “Con el pasar de los años siempre en reuniones familiares ella hablaba que cuando ya no esté más quería que la cremen y la lleven al Río Mendoza”, cuenta Andrés para Vía Mendoza.
La familia de esa mendocina por adopción no sabía lo que era ese lugar, porque no lo conocían. En julio del 2000 la madre fallece por una infección pulmonar y ahí deciden traerla a Mendoza.
Cuando la mujer murió no tenían muchos recursos económicos, por lo que juntaron algunos pesos y vinieron en micro. Al llegar al espejo de agua en la montaña se asombraron por lo hermoso del paisaje.
La primera vez que la familia estuvo en Alta Montaña no sacaron fotos por el doloroso momento, pero inolvidable. “Mi vieja nos dejó conocer esa provincia”, agrega.
El tatuaje del dique potrerillos
En el 2017 volvieron todos para dejar a el padre de la familia. Este fue el deseo del hombre antes de padecer párkinson, quería descansar junto a su esposa.
El cambio más notorio fue un sector mucho más urbanizado, pero con el mismo dolor que la primera vez. Esa última vuelta a su casa miraba la foto del perilago y decidió tatuárselo. “Que mejor que tenerlos grabados en un tatuaje y para siempre”, dijo Andrés.
Arriba del paisaje mendocino dice ‘La vieja, su mamá y abajo él larva’, cómo le decía a su papá. Andrés siempre ha venido a la ciudad de los viñedos en invierno, nunca en verano.
Como recuerdo el bonaerense comenta que en ese entonces bajaba a la noche al dique con una lata de cerveza para tomarla junto a su mamá.
Andrés quiere volver a visitar a sus padres y que sus hijos conozcan la nieve. Pero por la situación económica no será posible por ahora.