Los tiempos de crisis suelen ser grandes inspiradores o al menos sacan a relucir la voluntad para no dejarse caer y las ganas de salir adelante.
Esto ocurrió en el 2020 con la emergencia sanitaria a causa del coronavirus con algunos mendocinos que lejos de rendirse ante la adversidad que les propuso la cuarentena, decidieron buscar la oportunidad a pesar de todo el contexto.
Leonardo Jofré (38), Tomás Muñoz (22) y Carolina Alcalde (41) son algunos de los más de 270 mendocinos que desde principios de octubre fueron tomados por empresas mendocinas.
Los tres formaron parte del Programa de Entrenamiento Laboral Certificado (EnLaCe), impulsado por el Gobierno de Mendoza. Se trata de convenios con firmas locales para que los participantes se desempeñen profesionalmente a cambio de una remuneración costeada entre las empresas y el Estado.
Leonardo Jofré tiene 38 años. Está casado y vive en El Bermejo (Guaymallén) con su esposa, su hija Amparo (7) y su hijo Jeremías (1). Todos los días, se levanta temprano y va en auto hasta Ciudad, para trabajar en una consultora de Recursos Humanos durante la mañana; mientras que por la tarde se dirige a su lavadero de vehículos en Dorrego.
Este último espacio es solo una de las ramas que dan forma a un proyecto que no logra arrancar del todo por el momento.
"Tengo una discapacidad motriz, soy como la 9 de Julio: tengo una sola mano", dice, y con ese chiste (acompañado de una sonrisa que contagia) deja en claro que esa discapacidad de nacimiento lejos está de ser un impedimento para sus metas.
En la consultora comenzó a trabajar el 5 de octubre. "Me dedico a la parte de empresas y hago de todo un poco. Tengo experiencia en el rubro y estoy haciendo tareas de administración de personal, entre otras", recapitula sobre la tarea que le demanda la mitad de cada jornada laboral.
El resto de sus energías y desempeño profesional queda a diario en esa pyme inclusiva que decidió encarar en febrero de este año, justo un mes y medio antes de la maldita pandemia.
"Tenemos un lavadero de autos, pero la idea es tener todo un emprendimiento para dar laburo a personas con discapacidad. Las personas que tienen alguna discapacidad encuentran dificultades para acceder a trabajos, y muchas veces ni siquiera pasan el preocupacional. Entonces, la idea del proyecto fue incluir a estas personas y que, por ejemplo, cuando alguien necesite un electricista, este tenga una persona con discapacidad que lo asista", resume Leo.
Jofré comenzó a estudiar la tecnicatura de Administración de Empresas y ha trabajado con anterioridad en otras consultoras.
En cuanto al proyecto inclusivo y personal que Jofré encaró en febrero; se llama Servir y en un principio contemplaba a ocho participantes. Sin embargo, el contexto de pandemia y las consecuencias derivaron en que sean él y una persona más quienes se encargan de brindar atención en Florida 97, de Dorrego (Guaymallén).
Trabajar y estudiar
Tomás Muñoz tiene 22 años, vive en la Ciudad de Mendoza y estudia Ingeniería Industrial en la UNCuyo. Además, está completando su Entrenamiento Laboral Certificado en la empresa Interbrain, abocada al desarrollo de software y al potenciamiento de aprendizaje a través de herramientas tecnológicas. "Se basa en la gamificación, en llevar la orientación de los juegos, apuntada hacia el aprendizaje", destaca el joven.
Dentro de la firma local, Tomás se sumó al equipo de programación. "Desde que empezó la cuarentena estuve buscando trabajos de programador. Pero todos los que me ofrecían, implicaban tiempo completo. Yo no quiero descuidar la facu", aclara.
En ese sentido, el participar del programa le permite iniciar su camino en el mundo de la programación, congeniando el inicio de su carrera profesional con la continuidad del estudio.
De vuelta al ruedo
"Si hay algo que nos ha demostrado lo que estamos atravesando es que tenemos que reinventarnos", resume Carolina Alcalde (41), quien en 1998 se recibió de licenciada en Relaciones Humanas. Con altibajos, pudo trabajar de lo que estudió.
"En el rol de la mujer y por la edad, llega un momento en el que se hace más complicado conseguir un trabajo. Yo estaba buscando algo y me enteré del programa, por lo que me inscribí sin dudarlo", cuenta.
Desde la experiencia y el conocimiento, Carolina sabe que "buscar trabajo es todo un trabajo". Más allá de tener un título de grado y de su experiencia, Carolina sabe que no es fácil reinsertarse al mercado laboral con 41 años. Por eso no dejó pasar esta oportunidad, y hasta se siente una privilegiada de haber elegido entre distintas opciones cuando fue seleccionada.
“Me decidí por Friolatina y siento que tomé una buena decisión”, se explaya. En ese puesto estará durante los próximos cuatro meses (al menos) y la entusiasma la posibilidad de poder seguir.
Este texto fue publicado originalmente por Los Andes. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.