La pobreza, el desempleo y la desigualdad crecieron de manera exponencial con la crisis desatada por el coronavirus y el incremento de los recolectores informales o cartoneros, especialmente en calles comerciales.
Los mellizos Eduardo y Marcelo Morales (ambos solteros, de 40 años) lavaban autos en el parque San Martín para ganarse la vida. Sin embargo, a partir de marzo hubo que apelar al ingenio para subsistir. Ambos tomaron las bicicletas y comenzaron a buscar residuos para vender.
Hoy en día los hermanos conviven con pilas de cartones, botellas, latas, chatarras, vidrio, cobre y aluminio desparramados por todo el terreno que poseen.
"Con mucha suerte hacemos 400 pesos por día", dice Eduardo, el más charlatán, mientras se esperanza con el retorno del fútbol en el estadio Malvinas Argentinas, cuando solían obtener buenas diferencias al comercializar latas vacías.
Aldo Campo, de 63 años, lleva tanto tiempo de apilar cajas de cartón en la calle que ya perdió la cuenta. Eso sí: lo que sucede en esta época no lo vio nunca. Luego de trabajar, a veces, hasta 12 horas consecutivas, incluso los sábados -cuando hay más movimiento-, llega a obtener 1.200 pesos. Es que el kilogramo de cartón tiene un valor de 8,30 pesos.
"Hay gente nueva, muchos jóvenes y algunas mujeres. Cada uno cuida su territorio y las peleas son cosa de todos los días", confiesa, y agrega que tiene cuatro hijos -algunos ya grandes- y un puñado de nietos a cargo.
"¿Contagiarme? Ni lo pienso. Tengo que darles de comer", suspira, en su zona de San Martín al 1500 Aldo, y remata: "El hambre se ve en todas partes".
Aldo destroza cajones con una habilidad que asombra. Cuenta que las horas en el centro transcurren a todo vértigo: almuerza al paso, mientras trabaja y, si tiene que ir al baño, acude a la estación de servicio.
La menor circulación de gente y los locales a media máquina (producto de la medidas para contener los contagios de coronavirus), no lo favorecen, pero asegura que ha padecido tantas crisis en la Argentina, que lo toma con calma.
"Empecé con esto cuando el kilo de cartón costaba 20 centavos", recuerda, y estalla en una carcajada. Poco después de las 19, cuando junta el "grueso" que desechan los negocios, emprende la pedaleada hasta el barrio 25 de Mayo, en Las Heras. Así, todos los días. Y por eso se mantiene en forma.
Pascual Sánchez tiene 33 y heredó el trabajo de su papá, también cartonero. "En esta cuarentena pasó de todo: al principio, sin gente ni actividad, tampoco podíamos trabajar y me asusté, pero después se fue normalizando y empecé a ver muchos nuevos recolectores", cuenta.
A ojo, calculó unos 40 kilogramos de cartón perfectamente acomodado en el carro que arrastra su vieja bici. En pocas horas juntará lo de toda la semana y se llevará unos 2 mil pesos, como mucho.
*Este texto fue publicado originalmente por Los Andes. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.