"Sigue siendo un chico, no lo dejes que tome alcohol", así lo advierte el Consejo Publicitario Argentino, porque el alcohol lesiona específicamente dos áreas del cerebro que durante la adolescencia representan cambios importantes. Son el hipocampo, que es el encargado de activar las tareas de la memoria y del aprendizaje, y el área prefrontal, lugar donde tiene la mayoría de los cambios durante la adolescencia.
El consumo de alcohol podría causar cambios graves que afectarían la formación de la personalidad y del comportamiento.
El jefe del departamento de Toxicología de Mendoza, Sergio Saracco dio detalles en declaraciones a canal 9: "La dosis de alcohol que puede ingerir un niño adolescente es cero, porque la evidencia científica demuestra que tiene un impacto directo en los procesos madurativos cerebrales que son plenos, aún alrededor de los 20 a los 25 años".
Los jóvenes aguantan más bebiendo y también dañan más sus funciones cognitivas.
"El alcohol es una sustancia neurodepresora que lo primero que inhibe son aquellas áreas cerebrales que nos permiten valorar cuando estamos ante una situación de riesgo. Es decir, que cuando están bajo el efecto del alcohol esto queda totalmente liberado".
Ahora existe una sensación de urgencia en cuanto al consumo de alcohol en los adolescentes. La situación es la misma que cuando el mundo se dio cuenta de lo mal que era el alcohol en las mujeres embarazadas y también en las puérperas.
"Acá estamos hablando del feto que está en el vientre materno, alrededor de la semana 12 ya empieza el desarrollo neurológico y este alcohol sobre un feto de tan pocos gramos genera un daño directo porque hoy sabemos que el alcohol no solo afecta estos procesos madurativos sino la migración celular. Es decir, que es mucho más dañino y se traduce en lo que conocemos el síndrome fetal alcohólico".
Estas son las consecuencias del consumo del alcohol en los jóvenes: accidentes automovilísticos, caídas, ahogamientos y otros accidentes como suicidios, violencia y homicidios, ser víctimas de delitos violentos, comportamiento sexual peligroso y esto aumenta el riego de infecciones de trasmisión sexual, embarazo no deseado, agresión sexual o violación.
Los padres deben ser conscientes de esta situación y deben hablar con sus hijos desde muy chicos.
"Tienen que hablar desde séptimo, sexto grado haciendo entender cuál es el riesgo y que quieren para el futuro. Si cuidamos el cerebro vamos a tener capacidades especiales para poder desarrollar adecuadamente y tener éxito educativos o laborales".