Fabián Vitelli es un hombre oriundo de la localidad bonaerense de Pergamino, en los 80′ cumplió con la Patria en el Servicio Militar Obligatorio. Estuvo destinado en el Rompehielos A.R.A “Almirante Irizar” y cumplimentó campañas antárticas en el flamante buque de la Armada Argentina, que en aquellos momentos era una de las nuevas adquisiciones navales.
Para la Campaña de Verano 1981/1982 se desempeñó en funciones de cubierta y luego pasó a ser parte de la división de Servicios Varios. Allí conoció a Herminio Rossoli, quien fue trasladado del Batallón de Infantería de Marina N°3 al “Irizar”. Luego el destino los puso en frente a uno de los mayores desafíos de sus vidas, enfrentar en armas a una potencia mundial como Reino Unido.
Como es sabido, el Rompehielos A.R.A “Almirante Irizar” formó parte del convoy de buques que desarrollaron la “Operación Rosario”, junto a la Fuerza de Tareas 40. Durante los días de la guerra, el buque fue adaptado para funcionar como buque hospital y en sus cubiertas fueron recibidos diversos soldados con múltiples casos para la atención sanitaria.
Luego de unos años (20 para ser más precisos) Herminio y Fabián volvieron a juntarse, pero desde ese momento no volvieron a verse. Hoy, en vísperas del aniversario n°40 de la Guerra de Malvinas, se juntaron en Ushuaia, ciudad donde reside Herminio. “Muy orgulloso. Después de tantos años nos reencontramos acá con mi amigo. Él fue soldado, estábamos juntos en el Rompehielos “Irizar” el 2 de abril, un día emocionante para los argentinos después de haber retomado nada más y nada menos que nuestras Malvinas”, dijo Herminio, quien hizo también una reseña de los días que pasaron en 1982.
Herminio dio la bienvenida a su compañero a Ushuaia, capital de Malvinas, quien está en la ciudad por unos días. Fabián se tomó unos días junto a su pareja y la hija para vacacionar y Dios quiso volver a juntarlos. “La verdad que muy emocionado porque después de 20 años que no nos veíamos con Herminio y regresar a Ushuaia, más cerquita de Malvinas, después de 40 años”, dijo Vitelli y agregó “No pisé más Ushuaia desde la última vez que el Rompehielos trajo a los prisioneros argentinos”.
Desde aquel momento, en una Ushuaia que albergaba unos pocos miles de habitantes, hasta hoy, el bonaerense se llevó una grata sorpresa y asombro. Contó cómo vivió aquellos días que podía desembarcar y recrearse en la ciudad, por calle San Martín. El hecho de reencontrarse con Herminio representó “volver a aquella época. Todo ese sentimiento que uno tuvo en Malvinas es como que aflora”, comentó Fabián emocionado. “Es como volver la historia y estar en ese momento”, agregó.
De su paso por la Armada Argentina, rescató los valores que se manejan dentro de la institución y las personas que la conforman. Particularmente destacó el espíritu familiar del “Irizar”, que aun siendo Soldado Conscripto (“COLIMBA”), sus superiores le brindaron un lugar de confianza. “Tengo un recuerdo muy lindo de la familia del Irizar, tanto Campaña Antártica como Malvinas. Nos conteníamos todos, tirábamos para un mismo lugar y rescato la familia que era el Irizar en ese momento”, expresó.
Junto a Herminio volvieron a recordar momentos vividos a bordo, la zarpada con la Fuerza de Tareas 40, el temporal que soportaron rumbo al Sur e historias durante el conflicto. Entre ellas, hay una anécdota donde Fabián y un helicopterista ayudaron a un soldado malherido a llegar desde la cubierta de vuelo al interior del buque. “Recuerdo las palabras, nos miró y dijo ‘gracias, gracias hermano’. Él, él nos decía a nosotros. Entonces le decía ‘no, gracias a vos. Nosotros cumplimos otra labor, pero no estuvimos en las trincheras como estuviste vos’ y la verdad que esas palabras y como estaban esos compañeros, es lo que me queda”, relató Fabián.
Sin dudas cada soldado, cada caso particular, cada mirada en los rostros de los que llegaban a bordo del buque, impulsaba a doblar los esfuerzos de los marinos del Irizar. Ese soldado le confesó a Fabián que si seguía unos días más, no sabía si iba a aguantar. Ese soldado había visto la cara de la guerra, sufrió los ataques de los ingleses, pero se reconfortaba en el abrazo de esos marinos que lo recibieron a bordo.
Pasaron los años, pasaron las épocas y en el camino algunas veces hubo lugar para reencuentros entre soldados de las tres fuerzas que sin saberlo se juntaron en las cubiertas del buque que fue adaptado para sanar a los héroes que lucharon por lo nuestro y entregaron todo en las islas. Esos momentos de reencuentros, de charlas y anécdotas las comparten, y las van entregando como legado de la historia, como una memoria que va a estar siempre presente en los argentinos.