La historia de la Vigilia comenzó con pocos ex combatientes de Malvinas que se reunieron a conmemorar a sus compañeros caídos en el conflicto bélico que arrancó el 2 de abril de 1982 y que se extendió hasta el 14 de junio del mismo año.
Reuniéndose el 1 de abril de 1994 en la costa, y permaneciendo allí hasta el 2 de abril. Con tachos de 200 litros los llenaban con leña para sobrellevar el frío. Pasaron la noche, compartiendo anécdotas del conflicto bélico, y experiencias vividas de los héroes.
Los años siguientes se sumaron cada vez más ex combatientes, vecinos de Río Grande y de la región, de modo espontáneo, atrayendo cada vez a más personas y potenciando cada vez más el número a conmemorar la memoria de la gloriosa Gesta de Malvinas.
Hasta entonces el 2 de abril era un día de conmemoración protocolar en el patio del Batallón de Infantería número 5: izar la bandera, cantar el himno, recibir una placa o un cuadro.
Pero la militancia de los veteranos y el modo en que la comunidad hizo eco de su heroísmo y sus problemáticas lograron que esta fecha se transformara en un emblema de la ciudad.
Por supuesto, los veteranos y todos los vecinos comenzamos a pensar que la vigilia, una acción inédita en toda la Argentina, merecía un reconocimiento oficial. Y en 2013 ocurrió.
La ley nacional Nº 26.846 declaró, en 2013, a la ciudad fueguina de Río Grande como Capital Nacional de la Vigilia por Malvinas. Debatida y sancionada en el Congreso nacional fue presentada por los entonces legisladores Nélida Belous, Mariel Calchaquí y Rubén Sciutto. Contando con el apoyo de ambas Cámaras.
La sanción de la ley, el reconocimiento oficial de nuestra Vigilia, no hizo más que enaltecer el reclamo de los veteranos y del pueblo sobre la soberanía de las Islas Malvinas. No hizo más que atraer a más y más personas cada 2 de Abril: llegan de la región, del país, del mundo.