La valiente Tahiana vive en Chañar Ladeado, Santa Fe, un pueblo de 5.639 habitantes a 400 km. de Capital Federal, sobre el límite con Córdoba. En dos de las plazas del lugar hay referencias históricas a la guerra de Malvinas. Trabaja como técnica en sistemas de la lotería de Córdoba.
Chañar Ladeado tiene dos excombatientes: uno es Hector Sergio Urbieta y el otro se llamaba Gustavo Marrone, ahora Tahiana Marrone. Con sus 18 años recién cumplidos formó parte del grupo C.A Ing 9 que tenía sus cuarteles en Sarmiento (Chubut), siendo una de las primeras en desembarcar en las Islas Malvinas antes del conflicto bélico. Nació con el síndrome de Klinefelter "XXY" y durante largos años llevó adelante un tratamiento con testosterona. Se casó y tuvo dos hijos mellizos. Hoy después de la cirugía de reasignación genital se siente completa, aunque muchos de sus compañeros e incluso familiares no aceptan su nueva vida.
"Cuando pisé las Malvinas tenía 18 años. Éramos todos muy jóvenes. Nos subimos a un avión y nos dijeron que íbamos a un entrenamiento, pero aterrizamos en las islas con alerta de posibles enfrentamientos", recuerda Tahiana. "Nuestro grupo era de apoyo. Teníamos base en Sarmiento y éramos alrededor de 80", agrega pensativa. "En Malvinas nunca cuestioné mi identidad. Solo pensaba en despertar al otro día", dice la veterana mientras contaba los días que estuvo en las Islas enfrentando a los ingleses. "Fueron 76 desde el 2 de abril hasta el 15 de junio. No le deseo la guerra a nadie, pero hoy puedo rescatar lo bueno: los valores y el respeto", explica.
Gracias a la ley de Identidad de Género sancionada en el año 2012 la ex combatiente pudo rectificar su nombre y comenzar a recibir todas las menciones y honores al nombre que debió ser siempre: Tahiana Marrone. Y aunque se sienta totalmente completa después de la reasignación genital, tanto su familia como muchos ex combatientes no logran comprenderla. "Por ser Tahiana el centro de ex combatientes de Malvinas cambió el vínculo para conmigo. Solo algunos siguieron en contacto. No sé si llegan a diez", dice con firmeza y superación Tahiana. "Me tratan de manera peyorativa o en masculino. En uno de los eventos me dijeron que tenía que usar el baño de hombres", ejemplifica.
Tahiana nació con el síndrome de Klinefelter conocido como "XXY", una variación cromosómica basada en la existencia de dos cromosomas X y un cromosoma Y. Es un trastorno genético bastante frecuente que solo afecta a personas de género masculino. No presenta signos ni síntomas. Hay algunos que ni si quiera saben que lo tienen hasta que son adultos. "A finales del 2015 me realicé un estudio de cariotipos y arrojó como resultado que soy XXY. Gracias a eso, pude empezar a encontrar muchas respuestas y dejé de sentirme un bicho raro", sostiene con la voz entrecortada y algo sensible. "Soy intersexual porque tengo los dos géneros. Un 78% de mis células son XXY", explica.
Hace siete meses Tahiana entraba al quirófano para la primera operación transgénero del Pami Rosario. Gracias a ley de Identidad de Género pudo lograr que la obra social le cubra los gastos.
Hoy Tahiana se siente completa, recorre escuelas contándoles a los jóvenes parte de su historia de vida, habla con ellos sobre la Educación Sexual Integral (ESI), los métodos anticonceptivos y la diversidad sexual. También acompaña la lucha de sus compañeras trans. "El cupo laboral en Santa Fe está parado. Lo que más afecta a la comunidad trans es la falta de trabajo. Hay muchas compañeras que quieren salir del trabajo sexual y no tienen otra opción", opina.
En Santa Fe el proyecto de ley provincial se aprobó en la Cámara de Diputados en septiembre y espera el tratamiento de senadores. Mientras tanto, distintas ciudades avanzan con normas locales para garantizar ese derecho, una de las banderas centrales dentro del colectivo LGBTIQ+ en Argentina.