¿Te sacas las zapatillas sin desatarlas?: podrías estar sufriendo la enfermedad de la prisa

A pesar de que no sea una enfermedad médica, se utiliza como metáfora para describir una serie de síntomas y comportamientos.

¿Te sacas las zapatillas sin desatarlas?: podrías estar sufriendo la enfermedad de la prisa
Qué es la enfermedad de la prisa y cómo afecta en el día a día.

Vivimos en una era donde la velocidad y la rapidez dominan el día a día. Con el avance de la tecnología, y nuestras agendas se llenan con compromisos y tareas que demandan nuestra atención constante. En este entorno, surge un fenómeno que muchos de nosotros experimentamos, pero pocas veces identificamos claramente: la “enfermedad de la prisa”.

La enfermedad de la prisa no es una enfermedad en el sentido médico tradicional.
La enfermedad de la prisa no es una enfermedad en el sentido médico tradicional. Foto: Mujer Hoy

Qué es la enfermedad de la prisa

Los cardiólogos Meyer Friedman y Ray Rosenman introdujeron el término “enfermedad de la prisa”, al observar que muchos de sus pacientes experimentaban una constante sensación de urgencia. Según el medio Hipertextual, no es una enfermedad en el sentido médico tradicional, sino más bien una metáfora para describir una serie de síntomas y comportamientos característicos de una vida acelerada y llena de estrés.

De esta forma, los expertos la caracterizaron como “un patrón de comportamiento caracterizado por una lucha continua y un intento incesante de lograr hacer más y más cosas en cada vez menos tiempo”. No es necesario estar realmente ocupado para experimentar la enfermedad de la prisa. Al desarrollar esta condición, uno se convierte en una persona ocupada precisamente porque actúa como si lo fuera.

Aunque las tareas sean autoimpuestas e incluso poco relevantes, la persona experimenta el mismo nivel de estrés que si fueran obligaciones verdaderas. Su mente queda atrapada en un estado de sobreestimulación, lo que genera cansancio, ansiedad e irritabilidad, dificultando su capacidad para relajarse. Con el tiempo, la enfermedad de la prisa puede provocar efectos similares a los del estrés común, elevando la producción de cortisol en el cuerpo. Este aumento en el cortisol puede suprimir el sistema inmunológico y está asociado con problemas cardíacos.

Aunque las tareas sean autoimpuestas, la persona experimenta el mismo nivel de estrés que si fueran obligaciones verdaderas. Su mente queda atrapada en un estado de sobreestimulación, lo que genera cansancio, ansiedad e irritabilidad, dificultando su capacidad para relajarse. Con el tiempo, la enfermedad de la prisa puede provocar efectos similares a los del estrés usual.

Qué comportamientos caracterizan la enfermedad de la prisa

  • Mientras se cepilla los dientes o lee, siente el impulso de hacer algo más simultáneamente.
  • Cuando el microondas está en funcionamiento durante 30 segundos, experimenta la necesidad de aprovechar ese breve intervalo para realizar otra tarea.
  • Está cambiando de una fila a otra porque parece que una es ligeramente más corta.
  • Siente la necesidad de estar siempre disponible para el trabajo.
  • Duerme con la ropa puesta para ahorrar tiempo por la mañana.

Cómo evitar la enfermedad de la prisa

Para evitar la enfermedad de la prisa, es fundamental ser firme al decidir qué tareas aceptar y cuáles rechazar. Priorizar las responsabilidades, evitar la multitarea, aprender a postergar impulsos de trabajo innecesarios y, sobre todo, dedicar tiempo a no hacer nada de vez en cuando. Aunque estas estrategias puedan parecer sorprendentemente simples, son efectivas para redescubrir y disfrutar del tiempo libre que a menudo olvidamos apreciar.