A los 85 años murió Sara Oyuela, la jubilada que se hizo conocida en abril de 2022 cuando, durante la fase estricta del confinamiento por la pandemia, tomó sol sentada sobre su reposera en los bosques de Palermo.
Su marido fue quien confirmó el deceso de la mujer, quien falleció a causa de un cáncer de pulmón y Epoc.
A mediados de diciembre, Clarín había hablado por teléfono con ella. Según precisó, se la notaba jovial, mordaz como siempre, y contó que estaba esperando la llegada del verano para seguir con su rutina de bajar a la plaza frente a su departamento para tomar sol.
“No me arrepiento de nada, lo volvería a hacer”, comentó sobre el día en el que se convirtió en portada.
La imagen del día que Sara rompió la cuarentena
La actitud desinteresada por el confinamiento fue la que llevó a Sara a las portadas de los diarios y los noticieros de la televisión. En las semanas de cuarentena más estricta, con prohibición total de circulación salvo para los trabajadores esenciales, la jubilada desafió a las autoridades manteniendo justamente esa rutina de asolearse.
Eran las 13.20 de un martes de otoño cuando Sara bajó de su departamento y puso su sillita tipo reposera en una de las veredas del Parque Tres de Febrero a la altura de avenida del Libertador al 3500. Cuatro agentes varones de la Policía de la Ciudad intentaron sin éxito convencerla de que cruzara y volviera a su casa: no hubo manera.
-Señor Alejandro, ¿puede bajar por favor y convencer a su esposa, que está tomando sol en el Parque 3 de Febrero, a que vuelva a su domicilio?
-Discúlpeme pero no puedo bajar. Sepa entender, hace 32 años que estamos casados y nunca la pude convencer de nada.
Así fue el diálogo que hace casi tres años pudo reconstruir Clarín. “Necesito aire y sol, un rato más, hasta las 15.20. Después me iré”, les dijo Sara a los policías. Llegaron dos agentes mujeres también para tratar de convencerla. En ese gesto, en los albores de la cuarentena más larga del mundo, Sara estaba desafiando las restricciones impuestas por el presidente de la Nación para intentar hacer frente a la pandemia del Covid. Todavía faltaban tres meses para la escandalosa fiesta de cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yañez, en Olivos.
“No pienso ir a votar a ninguno de los delincuentes que hay acá”, le dijo Sara a este diario en la conversación de diciembre, en la que afirmó que no votaría a Javier Milei.
Antes, en julio de 2020, había repasado la repercusión que causó su “rebeldía”. “Mi esposo la pasó mal aquel día, se hizo mucha malasangre y la verdad es que quise cuidarlo, no me quería quedar sin compañero de vida. Siempre hice lo que quise, esta vez tuve que controlarme”, había admitido Sara, entre pitada y pitada a su cigarrillo. Esa tarde había estado una hora tomando sol hasta que una vecina “despechada” la denunció con una llamada al 911.
“Estoy indignada, no puedo creer que se haya armado tamaño revuelo. ¿Qué hice de malo? ¿Arman semejante despiole porque una vieja de 83 años bajó a tomar sol a un parque que tiene más de 30 hectáreas? Este Larreta, por favor, y eso que yo lo voté pero si lo veo lo cacheteo, medidas como éstas generan rechazo, ¿a quién se le ocurre encerrarnos eternamente? Yo necesito aire y sol, por salud, tengo Epoc y un cáncer de pulmón”, reclamaba entonces Oyuela.
“Me enojo al recordar semejante despelote, me acuerdo de mi marido Alejandro, que me pedía encarecidamente que no bajara, pero qué querés, yo soy una loca por el sol, no puedo dejar de tomarlo... Lo hago desde que tengo uso de razón. Soy de la época del Sapolan Ferrini, una aceite que prolongaba el bronceado. Me encanta verme dorada, no soporto la palidez salvo que tenga la piel de Nacha Guevara y claramente no la tengo”, había dicho Sara.