Con la llegada de marzo, el período de las vacaciones de verano quedó atrás y volvió la rutina. Durante el verano, el objetivo siempre suele ser bajar el estrés, relajarnos y descansar, pero esto no siempre eso se cumple de manera literal. Es más: no sucede casi nunca, porque en realidad, lo que suele pasar es que nos escapamos del control de la alimentación, la actividad física y los ritmos de sueño.
Muchas veces organizamos planes, salidas, cambiamos nuestros patrones de alimentación, nos acostamos tarde y hasta dormimos la siesta, lo que tiene un efecto momentáneamente reparador, pero a la larga desajusta nuestro reloj biológico.
El resultado es que las vacaciones terminan siendo entonces un período de “licencias” al final del cual no siempre nos sentimos más descansados y renovados.
Es normal que, tras el regreso a la rutina, los primeros días nos sintamos cansados y fatigados tras la vuelta a una rutina intensa a la que el cuerpo se había desacostumbrado. Y si además hemos trasnochado y alterado los horarios, puede ser que hasta experimentemos algún trastorno del sueño.
Algunas recomendaciones para conciliar el sueño
- 1. Establecer un horario
No hay que arrepentirse por haber disfrutado de la libertad horaria de las vacaciones, pero ahora toca volver a la rutina. El caso es que al cerebro le va a chocar el cambio y va a facturárselo al cuerpo haciéndolo sentir más cansancio y malhumor, y hay que ser conscientes de eso. Restablecer los horarios normales de sueño (de ser posible, entre siete y ocho horas por noche), acostándose siempre a la misma hora, es entonces el primer desafío.
- 2. Olvidarse de las pantallas
Es normal que los primeros días te impacientes y des vueltas en la cama o te cueste dormirte enseguida. Es importante no despertar la mente con las pantallas de celulares, tablets, computadoras o televisores, que sólo lograrán el efecto contrario. El objetivo es que tu cuerpo “entienda” que ha llegado la hora de dormir.
- 3. No excederse
Para poder dormir bien hay que tratar de evitar las cenas copiosas, o con exceso de azúcar, grasas o bebidas (muy especialmente alcohol), que pueden intervenir en el sueño dándonos una sensación de pesadez, digestión lenta, ganas de ir al baño y una sensación general de incomodidad.
Es recomendable cenar al menos un par de horas antes de irte a la cama, tiempo suficiente para que la digestión no interfiera en el sueño. Igualmente, es aconsejable tomar alguna infusión relajante que no contenga teína (el estimulante presente en el té) para facilitar la digestión e inducir el sueño.
- 4. Relajarse
Solemos crearnos hábitos sin saber que nos generan estrés y cansancio y pueden impedirnos conciliar el sueño. Hay determinadas actividades que pueden ayudar al cuerpo y a la mente a relajarse y conciliar el sueño como la meditación, el yoga, tomar un baño de agua caliente antes de acostarse o leer un libro.
Por último, te recomendamos que respires con calma y tranquilidad. Retomar la rutina no es tarea sencilla. Lo más importante es ser consciente de la búsqueda de un buen descanso y generar esta rutina para antes que te des cuen-ta, estar totalmente reincorporado.