En lo que va de 2025, el mundo enfrenta un desafío sanitario creciente: la propagación del virus chikungunya, transmitido por mosquitos y capaz de dejar secuelas incapacitantes durante meses o incluso años. Según datos recientes difundidos por La Nación con información de Stephanie Nolan, ya se registraron más de 240.000 casos a nivel global, incluyendo 200.000 en América Latina y los primeros 8.000 en China, lo que encendió las alarmas de las autoridades sanitarias internacionales.
Un virus que afecta la calidad de vida
El chikungunya pertenece a la misma familia que el dengue y el zika, y es transmitido por los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus. Sus síntomas suelen aparecer entre cuatro y ocho días después de la picadura, con fiebre, dolor articular intenso y sarpullido. Aunque rara vez resulta mortal, en hasta un 40% de los casos el dolor articular puede volverse crónico, limitando la vida cotidiana de los pacientes.

“Es un virus que realmente afecta la calidad de vida de las personas y también la economía de los países”, advirtió Diana Rojas Álvarez, responsable de los trabajos sobre chikungunya en la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cambio climático y expansión del mosquito
Los especialistas explican que el cambio climático impulsa la propagación de los mosquitos transmisores de la enfermedad. El aumento de las temperaturas y de la humedad genera ambientes ideales para su reproducción, mientras que los fenómenos climáticos extremos, como inundaciones o desplazamientos poblacionales, multiplican los riesgos de contagio.
En Europa, la presencia del mosquito Aedes albopictus ya alcanzó ciudades como Ámsterdam y Ginebra. En América del Sur, el Aedes aegypti prolifera especialmente en barrios con deficiencias en agua potable y saneamiento, lo que incrementa la vulnerabilidad.
Riesgos y medidas de protección
La OMS estima que cerca de 5600 millones de personas viven en regiones donde circula el mosquito transmisor. Si bien después de una infección los pacientes parecen desarrollar inmunidad, en países densamente poblados como Brasil o la India el virus circula de manera constante.

Las autoridades sanitarias insisten en que la mejor protección sigue siendo evitar las picaduras y eliminar criaderos de mosquitos en aguas estancadas. En China, por ejemplo, se lanzó una campaña nacional que incluye controles casa por casa para reducir la proliferación de insectos.
¿Existe vacuna contra el chikungunya?
Actualmente, hay dos vacunas disponibles, aunque en cantidades limitadas y con costos muy elevados, lo que restringe su uso principalmente a viajeros de países desarrollados. En América Latina, investigadores del Instituto Butantan en Brasil trabajan en una versión más accesible, aunque todavía no está disponible a gran escala.
La OMS analiza incluir la vacuna dentro de sus recomendaciones oficiales, lo que podría acelerar su desarrollo y producción. Mientras tanto, la prevención y la vigilancia epidemiológica se mantienen como las principales herramientas para frenar el avance de un virus que, lejos de ser nuevo, hoy se expande a niveles inéditos.